Nuestros sabios nos dicen que todos los asuntos materiales se derivan de una raíz espiritual. En otras palabras, este mundo "real" que vivimos es una expresión de un mundo espiritual. Nosotros, a través de nuestras acciones, tenemos la capacidad de afectar el mundo espiritual y, en consecuencia, modificar el mundo material. Esa es, en fin, la diferencia entre una persona viva y una persona que ya falleció: su capacidad para realizar un cambio a través de una Mitzvá en éste mundo material.

Uno podría preguntarse qué relación tiene una Mitzvá que la Torá manda a hacer y el mundo espiritual, ya que la mayoría de las Mitzvot involucran objetos físicos, como lana, cuero, comida, etc. La respuesta es que el mandato mismo de Di-s, que Su voluntad es que nosotros hagamos tal o cual cosa, eso conecta lo material de la acción humana con lo espiritual.

Por eso dicen nuestros sabios que "Es mejor un instante de arrepentimiento y buenas acciones en éste mundo que toda la vida en el mundo por venir", ya que no hay posibilidad de crecer allí tanto ni de la misma manera que podemos hacerlo aquí. De lo que se desprenden otros pensamientos similares, como "Si no es ahora, ¿cuándo?", o "Arrepiéntete antes de morir" o un simple "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy"..

Sin embargo, hay personas especiales, cuyas almas son especiales, y tienen una influencia aún mayor en muerte que en vida. Como un Rebe.

El tres de Tamuz (martes 15) se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento del Rebe de Lubavitch, Rabí Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria. Sobre gente como el Rebe dice el Zohar, obra fundamental de la sabiduría de la Cabalá, que se encuentra presente en todos los mundos (incluyendo este mundo físico) más aún que en vida.

La razón de esto es muy simple: aún en vida, la vida de una persona como el Rebe consistía en el amor a Di-s, el temor a Di-s y la Fe en El.

Todos tenemos asuntos en la vida que consideramos primarios y otros secundarios. Hay asuntos que, a pesar de ser secundarios se tornan fundamentales, como el comer, beber, dormir, etc., que la Torá misma nos manda a hacerlos (en una forma particular, como casher, con límites, etc.), pero no dejan de ser secundarios en comparación con otros asuntos. Con seguridad, cada uno en su nivel, si pudiésemos librarnos de los asuntos secundarios en la vida y dedicarnos sólo a los primarios, podríamos ser mucho más eficientes y desarrollar esos asuntos con mayor fuerza.

Eso es lo que ocurre cuando un Rebe fallece: todo lo relacionado con la vida física del cuerpo desaparece, por lo que puede dedicarse exclusivamente a aquello que fue primario durante toda su vida. Y dado que aún en vida su existencia consistía en asuntos espirituales, cuando el cuerpo se separa del alma lo único que ocurre es una potenciación de esas cualidades espirituales por las cuales trabajó toda su vida. No hay más impedimentos físicos para crecer y desarrollar lo espiritual.

Es por eso que su influencia aumenta aún en este mundo material: ya no está limitado al tiempo y al espacio.

Aquellos que estudian y vivencian sus enseñanzas pueden recibir del Rebe fuerza para servir a Di-s de todo el trabajo espiritual que el Rebe realizó durante su vida.

Lo único que queda por pensar y resolver en la vida de cada uno es: ¿cuáles son mis asuntos primarios y cuáles los secundarios? ¿Será que habrá en mi vida algo que continúe y se fortalezca luego de que deje este mundo?

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