La sección de esta semana se llama Jukat (la regla). El tema inicial es el proceso de purificación de una persona o utensilio que haya estado en contacto o en un mismo cuarto que un muerto. La Torá explica que hay una cierta impureza ritual inherente al muerto y, para poder participar de ciertos otros rituales (como entrar al Templo o comer la carne de ciertas ofrendas) se debe estar puro. Hoy en día esta Mitzvá no tiene aplicación práctica, ya que no contamos con las condiciones necesarias para realizar este proceso purificador. Por supuesto, como fue mencionado muchas veces, siempre queda vigente la expresión espiritual de todas las Mitzvot, aún de aquellas que no se pueden llevar a la práctica por cualquier razón.

En medio de la descripción de la impureza y su purificación, la Torá dice (Bamidbar 19:14): "Esta es la Torá: una persona, cuando muera en una tienda, todo aquello que entre en la tienda y todo aquello que haya en la tienda, se impurificará por siete días" Nuestros sabios se detienen en el peculiar comienzo del versículo y, como el rollo original de la Torá no tiene comas ni puntos (ni vocales), interpretan el versículo como diciendo: " Esta es la Torá: una persona", o sea, la persona es comparada a la Torá. Así también es sabido que la Torá tiene 248 preceptos positivos, en relación a los 248 miembros del cuerpo humano y 365 preceptos prohibitivos, en relación a los 365 nervios del cuerpo humano. Vemos, una vez más, la relación entre la Torá y el ser humano.

¿En qué asuntos se expresa esa relación? Para entender la idea, primero debemos saber que hay, en general, dos parte en la Torá: la parte revelada, y la parte oculta. Se suele llamar revelado a aquello conocido y público, externo, por así decir, mientras que la parte oculta se refiere a lo más interno y profundo de las enseñanzas de la Torá. En términos prácticos, la parte revelada se refiere a la Halajá, el Talmud y la Torá Escrita entre otros, mientras que la parte oculta se refiere a la Cabalá y el Pensamiento Jasídico.

Esto podemos aplicarlo fácilmente al hombre, donde, claramente, se encuentra su parte más externa, el cuerpo, y su parte más interna y esencial, el alma.

Ahora bien, así como un agregado en la vitalidad interna y esencial del cuerpo es la mejor medicina y el mejor camino para el fortalecimiento de la salud del cuerpo, lo mismo ocurre con la neshamá, el alma: un agregado en la vitalidad interna y esencial del alma, trae consigo un fortalecimiento de la salud espiritual.

La vitalidad del alma depende de la Torá y las Mitzvot, por lo que su salud se intensifica cuando se estudia, en particular, la parte más interna y profunda de la Torá, que, en nuestra generación, se reveló en las enseñanzas jasídicas. Porque el verdadero estudio de un asunto significa, en resumen, la unificación de la persona con ese asunto. En otras palabras, se puede considerar que una persona estudió y sabe de algo cuando ese conocimiento es parte integral de su vida, cuando las letras en las que está expresado el concepto dejan de tener importancia y se pasa a vivir el concepto. Al ser la Torá una Torá de Vida, la unificación del alma con la Torá, le da vida.

Y dado que la salud del cuerpo depende de la salud del alma, surge que un incremento en el estudio del Pensamiento Jasídico, donde se expresa la esencia misma de la Torá, ¡genera un incremento en la salud física del cuerpo!

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