Esta semana comenzamos el tercer libro de la Torá, llamado Vaikrá (y llamó). La mayoría de los preceptos que se describen en este libro no pueden cumplirse en la práctica hoy en día porque no tenemos un Templo construido. Sin embargo, es sabido que la Torá es eterna, lo que significa que sus enseñanzas son eternas, más allá del espacio y del tiempo.

El libro comienza describiendo una serie de ofrendas que en diferentes circunstancias una persona llevaría al Templo, ya sean ofrendas voluntarias como obligatorias.

De entre las ofrendas voluntarias hay dos tipos 1) ofrendas animales, que a su vez se dividen en ofrendas de ganado ovino o de aves (palomas) y 2) ofrendas vegetales (harina). El Talmud llama a estas ofrendas una ofrenda de rico (ganado ovino), una ofrenda de pobre (ave) y una ofrenda de extrema pobreza (vegetal).

En adición a esto, cuando la Torá describe las leyes de la ofrenda vegetal, utiliza una expresión diferente a la de las ofrendas animales: la Torá dice (Vaikrá 2:1): "Y un alma, cuando traiga una ofrenda vegetal...". En las otras ofrendas la Torá se refiere a quien trae esa ofrenda como un hombre (que incluye a la mujer). Sin embargo, cuando se trata de la ofrenda de extrema pobreza, la Torá dice "un alma".

Nuestros sabios aprenden de aquí que, a pesar de que quien se encuentra en la extrema pobreza sólo ofrendó al Templo una medida de harina (insignificante frente a quien ofrendó una oveja), Di-s lo considera como si hubiera ofrendado su vida entera, su alma. Es decir, independientemente del valor de la ofrenda, si eso es el máximo que la persona se encuentra en condiciones de dar, Di-s lo considera tan (o más) valioso que la ofrenda de alguien rico.

Ahora bien, basados en lo anterior, analicemos un paso más: ¿por qué quien es extremadamente pobre se encuentra en esa situación y, por lo tanto, sólo puede traer una ofrenda vegetal? En el judaísmo no existen las casualidades y, con seguridad, el hecho de que una persona se encuentra en un nivel económico determinado es porque eso es lo que se merece por sus acciones (sin introducirnos en el dilema de Iob, Moshe y tantos otros de porqué al bueno le va mal y al malo le va bien. Asumiendo un sistema simple de recompensa y castigo, quien está en una buena situación es porque se lo merece, y quien está en una mala situación, también.)

Entonces, podríamos pensar que la ofrenda de extrema pobreza no es aceptada por Di-s: dado que la persona es culpable de su propia situación, es culpable de sólo poder ofrecer harina, mientras que si sus acciones hubiesen sido mejores, hubiese podido ofrecer más. Surge que lo que ofrenda no es el verdadero máximo de lo que podría dar.

Por eso la Torá nos dice "Y un alma, cuando traiga una ofrenda vegetal...", para enseñarnos que, independientemente de cómo llegó a un determinado estado espiritual y/o material, la persona es juzgada según el presente, y si en el presente ofrece lo máximo de si para Di-s, a pesar de que si hubiese actuado de otra manera podría haber ofrendado más, sin embargo, Di-s lo considera como si hubiese ofrendado su vida misma.

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