La sección de esta semana se llama Ki Tisá, cuando cuentes (esto se refiere a que cuando se quiera contar la cantidad de personas del pueblo judío, se debe hacer a través de otra cosa, en este caso, medio shekel. Hoy en día se utiliza un versículo u otro sistema, pero no deben contarse directamente).

Entre los temas que aparecen en esta parashá, está el Ketoret, en incienso que debía ofrendarse todos los días en el Templo. Nuestros sabios explican que el incienso estaba compuesto de once especias diferentes (ver Rashi en el versículo Shmot 30:34 y Baal haTurim en el versículo 30:37).

Dentro de esas once especias, se encontraba el Gálbano (jélbena, en hebreo) cuyo aroma era desagradable. Obviamente, cuando se refiere a desagradable, se refiere al hombre, ya que, frente a Di-s no hay aromas agradables o desagradables, excepto cuando El mismo define algo como agradable para El, como el aroma de los sacrificios quemados en el altar. De hecho, nuestros sabios se detienen en la idea de que cuando una paloma se quemaba sobre el altar, incluyendo sus plumas, producía un aroma extremadamente desagradable para el ser humano, sin embargo, el hecho de que Di-s lo llame un aroma agradable viene a enseñarnos que Di-s aprecia la ofrenda de una persona rica (que en general era una vaca o una cabra) tanto como la ofrenda de alguien pobre (una paloma).

Volviendo al incienso, el Gálbano viene a enseñarnos otra idea más (a pesar de su aroma feo): debemos incluir en nuestros ayunos y rezos a los pecadores del pueblo judío. Esta misma idea se expresa en la palabra hebrea para congregación: Tzibur. Esta palabra se compone, principalmente de tres letras: una tzadik, que simboliza a los justos (tzadikim), una bet, que simboliza a los intermedios (beinonim) y una reish, que simboliza a los malvados (reshaím). Es decir, una congregación se forma con los tres tipos de personas.

El judaísmo plantea que Di-s no decreta sobre la persona ser justo o malvado. No hay destino ni predeterminación. Sí existe una inclinación natural de cada persona a ser de una u otra manera, generalmente dictada por la influencia del signo astral en que la persona nació, pero esa influencia no es determinante, puede ser superada. Sin embargo, de acuerdo a esta idea (de inclusión de los malvados junto al resto de la congregación) surge un problema: Di-s estaría forzando que un grupo de personas dentro de la congregación sean malvados, de manera tal que si no, no tendríamos un incienso completo o no tendríamos una congregación completa...

Hay varias formas de pensar este interrogante, en diferentes niveles:

1. Di-s no decreta sobre individuos que tengan tal o cual comportamiento. Cada persona tiene libre albedrío para elegir el camino que quiera. El hecho de que Di-s haya dicho que va a haber malvados no es una justificación para hacer el mal ni fuerza al malvado a actuar con maldad. Nadie puede justificarse diciendo que completa el incienso o la congregación con sus malas acciones.

2. Siempre van a existir diferentes niveles de personas y, aún si todas actúan, hablan y piensan en forma correcta de acuerdo a las leyes de la Torá, siempre existirán diferencias, de manera que podamos decir que una es más elevada que la otra. Entonces, frente al justo supremo, el justo "inferior" se llamaría malvado (pero frente a un verdadero malvado el justo inferior es un justo supremo).

Sea como fuere, en un mundo donde, lamentablemente, hay judíos que no conocen sus propias raíces y tradiciones, la parashá de esta semana nos enseña en forma muy directa que debemos acercarlos a la Torá, como solía hacer Aharon (otro gran protagonista de la lectura de esta semana) según las palabras de nuestros sabios (Pirkei Avot 1:12) "ama la paz, persigue la paz ama a las criaturas y los acerca a la Torá".

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