Este jueves y viernes son, en el calendario hebreo el 12 y 13 de Tamuz (ver artículo). Estos días son muy significativos para el pueblo judío en general, y para los jasidím de Jabad en particular, porque fueron los días de la liberación del Rebe anterior, Rabí Iosef Itzjak Scheerson, de bendita memoria, de la prisión en la ex Unión Soviética.

Es interesante destacar que frecuentemente estas fechas acaecen en la parashá de esta semana, llamada Balak. La historia en breve se trata de un rey que contrató a un profeta no judío, Bilám, para maldecir al pueblo judío y poder destruirlo. En la práctica, cada vez que intentaba pronunciar una maldición, Di-s lo cambiaba a bendición. No dista mucho, en concepto, de la intención de la ex Unión Soviética en relación al judaísmo en general.

Casi todos los Rebeim de Jabad, cuyo centro de actividades era el pueblo de Lubavitch, sito en Rusia, fueron encarcelados por sus esfuerzos en aras del fortalecimiento del judaísmo. Comenzando por el fundador del movimiento, Rabí Shneur Zalman de Liadí, encarcelado en 1798 y llegando hasta el Rebe anterior, encarcelado en 1927, cada Rebe fue sufriendo la fuerte oposición del gobierno de turno (Zar o presidente de la ex Unión soviética) hacia el judaísmo.

Después de la liberación, el Rebe anterior escribió una carta donde resalta varios puntos que deben extraerse como enseñanza del episodio. Entre los asuntos de la carta, el Rebe menciona que “no solamente a mi me redimió Di-s el 12 de Tamuz, sino a todos los que aprecian nuestra santa Torá, aquellos que observan las Mitzvot y también a aquellos que son llamados judíos”.

El Rebe anterior deja en claro, con esta frase, que el judaísmo no es sólo para aquellos que lo aprecian, tampoco sólo para aquellos que lo observan, sino que también para aquellos que son llamados judíos. El punto clave en esta expresión es que es posible que la persona ni siquiera se identifique a sí misma como judío, sino que otros lo llaman judío, aún en ese caso, la liberación del 12 de Tamuz tiene relación con él.

Conceptualmente, la liberación consiste en que los pueblos de la tierra reconocen el derecho del pueblo judío a observar la Torá. En un sentido más profundo, es una especie de declaración a los cuatro vientos de la responsabilidad que las otras naciones atribuyen al pueblo judío. Como quien dice “zapatero a tus zapatos”, diría “iehudí a tu Torá”. La función del pueblo judío en el mundo es refinarlo a través de la observancia de la Torá y las Mitzvot para hacer del mismo una morada para Di-s.

La novedad en la frase del Rebe anterior es que esta misión no se circunscribe solamente a quienes estudian y observan la Torá, sino que se aplica también a quienes, a pesar de no identificarse como judíos, el mundo a su alrededor les recuerda su condición...

Hay dos formas de vivir la vida: en conflicto o en paz. En ambos casos es con el propio interior de la persona. Cada iehudí tiene un pedazo de Di-s dentro suyo, que funciona como motor y motivación de todo acto de acercamiento a Di-s. Se puede luchar contra esa motivación interna para adoptar los modos de la sociedad de turno y vivir un eterno conflicto, o dejarla fluir y vivir la vida con paz interior.

La liberación del 12 de Tamuz enseña a quien vive su vida en conflicto (entre su interior y el exterior) que no es necesario vivir de esa manera, que hay un camino pacífico y agradable para vivir y que está a su disposición en cuanto deje su verdadero interior salir a la superficie.

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