"Me He aparecido a Abraham, a Itzjak y a Iaacov" (Shmot 6:3). La sección anterior termina con la pregunta de Moshe: "¿Por qué le Has hecho mal a este pueblo?". Se entiende de aquí, que el comienzo de nuestra Parashá es la respuesta de Di-s a este interrogante.Nuestros sabios explican que con Su respuesta "Me He aparecido a Abraham, a Itzjak y a Iaacov", Di-s estaba diciéndole a Moshe "lástima por los que desaparecieron y no están más - los Patriarcas (Abraham, Itzjak y Iaacov) fueron sometidos a muchas pruebas y sin embargo no tuvieron dudas sobre Mi manera de proceder".

Todo lo escrito en la Torá tiene como objetivo guiar al judío en su vida y en su servicio al Creador. La Torá generalmente, se abstiene de hablar de algo vergonzoso o denigrante sobre cualquier criatura, incluso si se trata de un animal, y aquí parecería relatar un episodio que a simple vista no es elogioso de Moshé. Sin lugar a dudas, esto se hace necesario en aras de enseñarnos una conducta en la vida.

Moshé, quien tuvo el privilegio de recibir la revelación Divina, por supuesto que conocía el modo de actuar de los Patriarcas. No hay duda de que sabía que los Patriarcas no dudaron de la manera del proceder de Hashem. Él mismo estaba en un nivel espiritual superior al de los Patriarcas y está claro que poseía una fe absoluta en el Altísimo y en la Justicia de Sus actos. Sin embargo, clamó: "¡¿Por qué le Has hecho un mal a este pueblo?!".

En las enseñanzas Jasídicas se explica que el nivel espiritual de Moshé era Jojmá- la sabiduría, mientras que los Patriarcas estaban en el nivel de las cualidades emocionales- Jesed, bondad; Guevurá- rigidez y Tiferet - misericordia. En los sentimientos hay lugar para la resignación y aceptación, mientras que sólo el intelecto aspira a entender. Es por eso que los Patriarcas no dudaron del proceder de Hashem, mientras que Moshé preguntó y pretendió entender.

De aquí podemos sacar una doble lección:

Por un lado, tenemos la respuesta del Altísimo, que incluso en momentos de sufrimiento de esta magnitud se debe adoptar la cualidad de los Patriarcas y no cuestionar. Cuando nos encontramos camino a la redención final, que es manejada directamente por Hashem, no deben formularse preguntas, aunque la situación parezca insoportable.

Por el otro lado, la queja de Moshé quedó escrita en la Torá, y también ello brinda una lección eterna. Cuando un judío se encuentra en el Galut, el exilio diaspórico, y especialmente en los tiempos finales del Galut, en la época de los talones del Mashíaj- Ikveta deMeshija- al punto de existir una total confusión entre qué es luz y qué oscuridad, cuál es el bien y cuál es el mal- se deben albergar simultáneamente dos actitudes internas: por un lado se debe estar firme en la fe en Hashem, que todo es para el bien y que esta oscuridad es solamente el paso previo a la redención; pero por el otro lado debe estallar en boca de todo judío el clamor de ¿Por qué? ¿Hasta cuándo este Galut?

El clamor no contradice a la fe. Desde el intelecto, que analiza todo lo que lo rodea, a de acuerdo a la propia capacidad, debe surgir un tremendo clamor: "¡¿Por qué le Has hecho un mal a este pueblo?!" Así lo quiere Hashem, que el intelecto reaccione de acuerdo a lo que es aceptable para la lógica, de acuerdo a su entendimiento. Pero conjuntamente con ello debe imponerse la característica de los Patriarcas, de no dudar del proceder del Altísimo, consecuencia de la Fe.

Se requiere del judío que viva con estas dos actitudes- por un lado, con una fe absoluta e inamovible, y por el otro con un clamor de lo más profundo del alma: "¡Queremos al Mashíaj Ya!"

Adaptado de www.jabad.org.ar

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