Por Gracia de Di-s
11 de Tevet, 5718
Brooklyn, N.Y.

Saludo y Bendición:

Habiendo escuchado acerca de usted a través de amigos mutuos al efecto que usted está buscando el verdadero camino que cada y todo judío y judía deben seguir en la vida, aunque información de segunda mano es siempre difícil de evaluar, confío que las próximas líneas podrán servirle de ayuda.
La importancia de la herencia en transmitir características físicas, mentales y espirituales es bien sabido y obvio, mismo en el caso de varias generaciones. Cuánto más cuando una característica es transmitida e intensificada en el curso de muchas generaciones sin interrupción, cuando esa característica se ha convertido en parte de la misma esencia y ser del individuo, su propia naturaleza.
También es claro que cuando una persona, tal es el caso de todos los seres vivos, quiere cambiar una característica innata que está profundamente arraigada en él, ni mencionar algo que toca a su naturaleza esencial, demandaría tremendos esfuerzos y el resultado está destinado a ser destructivo en lugar de constructivo, creando un terrible trastorno en él, con los resultados más desafortunados.
Tengo en mente en particular a aquel judío, hombre y mujer, que perteneciendo a una de las naciones más antiguas del mundo con una historia certificada de más de 3500 años, que está naturalmente y en forma innata ligada con el pueblo judío con cada fibra de su vida y alma. Por ello, esas sectas o grupos que trataron de separarse de la verdadera forma de vida judía de la Torá y las mitzvot, no pueden sobrevivir, tal como la historia lo ha demostrado ampliamente. Esos grupos disidentes se han desarraigado de su terreno natural, y lejos de ser constructivos, se han convertido en los peores enemigos de la nación judía y sus peores perseguidores.
Sólo los judíos que se han adherido fielmente a la Torá y las mitzvot, tal como fueran revelados en el Monte Sinaí, han sobrevivido a todos sus perseguidores, pues solamente a través de la Torá y las mitzvot puede el pueblo judío ligarse a lo Superior y al Poder Supremo, Di-s, que nos dio la Torá y nuestra forma de vida.
Por cuanto la Torá y las mitzvot y la forma de vida judía vienen de Di-s y Su sabiduría infinita, no están sometidas a la aprobación y selección del hombre. El razonamiento humano es necesariamente limitado e imperfecto. Sus deficiencias son obvias; mientras que con el estudio y el tiempo mejora y adquiere conocimientos, también cambian las opiniones personales. El confinar a Di-s al juicio humano violentaría hasta al sentido común.
En nuestra larga historia hemos tenido a las mentes humanas más brillantes, que sin embargo reconocieron sus limitaciones cuando llegaba al conocimiento de Di-s, Sus leyes y preceptos. Hemos tenido grandes pensadores y filósofos, que no solamente aceptaron la Torá y las mitzvot, sino que fueron las luminarias que nos guiaron hasta hoy en día, mientras que los grupos disidentes e individuos (cuyo número es muy pequeño) han sido separados de nuestro pueblo y han desaparecido totalmente o peor, continúan como espinas dolorosas en la carne de nuestro pueblo y la humanidad en general. Cualquiera que es familiar con nuestra historia no necesita ilustraciones o pruebas de lo antedicho.
Confío en que va a reflexionar en lo anterior y va a apreciar el sagrado y gran conocimiento que se ha transmitido de generación en generación, desde la revelación en el Monte Sinaí hasta el día de hoy. Aceptando esta tradición incondicionalmente y sin cuestionamientos no significa que no hay lugar para una comprensión intelectual.
Dentro de nuestras limitaciones, hay mucho que podemos comprender, y que podemos acrecentar, siempre que el enfoque sea el correcto. Pues Di-s en Su gracia infinita nos ha dado la visión a varios aspectos de Sus mandamientos, una visión que crece y se profundiza con nuestra práctica de ellos en nuestra vida diaria y haciendo de ellos nuestra experiencia cotidiana. De esta manera el judío consigue verdadera paz mental y una vida feliz y armoniosa no solamente espiritualmente sino también físicamente, y comprende plenamente cuán dichoso es uno de ser el hijo o la hija de esta grande y santa nación, nuestro pueblo Judío.
Esperando escuchar buenas noticias suyas

Con bendición
(Firma)

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