Es conocida la frase del Baal Shem Tov, al respecto de que de toda cosa que uno escucha o ve puede aprender algo en su servicio a Di-s.

En adición a esto, es sabido que los chicos en general tienen una pureza y simplicidad que les permite ser reales. Es decir, los niños pequeños dicen las cosas como las ven, sin disfrazarlas ni enmascararlas con adjetivos que confunden la realidad o la hacen más agradable (o la cambian...) para el oyente. Por eso, los chicos son una fuente constante de aprendizaje para los adultos.

Como solía decir Rabí Akiva, uno de los más grandes sabios de la historia judía, mucho aprendí de mis maestros, pero más aún de mis alumnos.

Estos días experimenté algo diferente, de lo que se puede extraer una enseñanza interesante. Independientemente del por qué, pasé una semana solo con mis cinco hijos, ya que mi mujer no se encontraba en casa. El mayor de mis hijos tiene seis años. La menor, un año.

Obviamente, requiere de una carga de paciencia enorme lidiar con las necesidades básicas (como comida, pañales, bañarse, vestirse, etc.) de cinco niños pequeños, pero eso quedará para otra editorial.

El asunto que me pareció sorprendente es que, más allá del hecho de que las necesidades de cada uno se suman para formar en conjunto un quinteto de necesidades frente a una única persona que podía suplirlas, cada uno requería constantemente atención. En otras palabras, los chicos no tienen interrupciones.

En ningún momento se le ocurre a un chico hacer una pausa en sus actividades para reflexionar o simplemente descansar. La actividad es constante. La exigencia es constante.

Una de las formas de aplicar esto al servicio a Di-s es que el servicio a Di-s debe ser constante. No hay interrupciones, es decir, no hay momentos en los cuales uno "afloja" y se dedica a "sus" asuntos.

Esto no significa que uno no tenga "sus" asuntos, llámese el trabajo, la familia, los amigos, etc., sino que la idea es que esos asuntos uno los hace parte del servicio a Di-s a través de hacerlos en aras del cielo o de hacerlos formar parte de una Mitzvá misma.

Todo esto está basado en la concepción jasídica de la unicidad de Di-s, en donde no es que existe Di-s y el mundo como dos entidades independientes, sino que lo único que existe es Di-s. Entonces, no hay lugar para algo fuera de El, para una vida "propia" e independiente.

Parece complicado... pero si es sencillo para un chico de seis años... debería ser fácil para un adulto...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

tres × 1 =

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.