El fundador del Jasidismo, Rabi Israel Baal Shem Tov, nos enseñó que cada existencia, evento o fenómeno que la persona escucha o ve, debe servir de enseñanza para la vida y el servicio al Creador.

Un aspecto de la vida moderna es la práctica de adquirir seguros contra una variedad de circunstancias imprevisibles. Cuando la persona compra una póliza de seguro, esta, de hecho, juntándose a un grupo de personas que acordaron ser responsables por los infortunios de los otros. Si alguien sufre una pérdida, es compensado por el fondo común acumulado por las cuotas de todos. La lección a extraer es obvia: si tal consenso puede ser logrado al respecto de los bienes materiales, cuanto más aún que puede ser aplicado a nuestros asuntos morales y espirituales.

Todos debemos considerarnos como partes de un fondo mutuo universal: si nuestro prójimo tiene una necesidad, sea de alimento o abrigo, conocimiento o consejo, aún si se encuentra del otro lado del mundo y nunca fue escuchado su nombre o el de la ciudad donde vive, es responsabilidad de cada uno de nosotros satisfacer esa necesidad.

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