Una de las parashot de esta semana es Tazría (de simiente) (la otra es Metzorá, quien tiene la enfermedad milagrosa de Tzaráat). Uno de los primeros temas de esta parashá es el Brit Milá, la circuncisión. La Torá dice que cada varón que nace debe ser circuncidado al octavo día de vida.

Hay varias partes que componen la Mitzvá de circuncisión: milá, el corte del prepucio, priá, mover la piel sobrante hacia atrás y metzitzá, absorber la sangre de la herida. Cada una de estas partes es fundamental para cumplir con la Mitzvá.

Nuestros sabios dicen que uno de los significados espirituales del Brit es completar el cuerpo. Di-s crea al hombre incompleto, por así decir, y pone en sus manos el completarse. Por supuesto, Di-s podría haber creado al hombre ya completo, de manera que éste no tenga que hacer ningún esfuerzo para mejorar, lo que generaría en el hombre una sensación de ser inútil, “pan de pobreza”, como es mencionado en el judaísmo: alguien que le dan pan sin que trabaje para obtenerlo. Lo mismo dicen nuestros sabios al respecto de la creación misma, que Di-s la creó “para hacer” (Bereshit 2:3), cuyo significado es “para corregir”. El mundo fue creado en un estado tal que necesita de la acción del hombre para completarse. Esta acción “faltante” no es en beneficio de Di-s, obviamente, porque, como fue mencionado, Di-s podría haber creado el mundo en forma que no necesite más arreglos, sino que esta “falta” le da al hombre la posibilidad de participar y ser un socio en la creación, así ganando sentido su vida y pudiendo ser recompensado por su esfuerzo y buenas acciones, cosa que hubiese sido imposible en un mundo ya “perfecto”.

Sin embargo, el Brit se puede observar desde tres lugares diferentes, como si fuesen tres Mitzvot: el acto de cortar el prepucio, no ser incircunciso, y ser circunciso. Cada una de estas perspectivas simboliza un tipo de servicio a Di-s, dándole a la idea del trabajo personal para “corregirse” una profundidad mucho mayor.

Por un lado el hombre debe “alejarse del mal”, o sea, apartarse de todos aquellos asuntos que la Torá prohíbe, los 365 preceptos prohibitivos. Esto es como “no ser incircunciso”.

Por otro lado el hombre debe “hacer el bien”, o sea, en la práctica observar todos aquellos asuntos que la Torá manda hacer, los 248 preceptos positivos. Esto es como “ser circunciso”.

Por último, el componente más importante de los tres es que todo trabajo debe ser hecho con esfuerzo, simbolizado por el acto de “cortar el prepucio” (cabe destacar que esa es la Mitzvá propiamente dicha, cosa que demuestra que es el asunto más importante).

Esto significa, en otras palabras, que no se debe buscar que el servicio a Di-s sea fácil, ni se debe apoyarse en las capacidades heredadas o ya ganadas, sino que siempre debe haber un esfuerzo extra, de manera de constantemente crecer personalmente. Esta es una de las grandes diferencias entre el jasidismo al modo Jabad y otros grupos: en Jabad el Rebe muestra cuál es el camino en el servicio a Di-s, mientras que es tarea de cada jasid transitar ese camino, superando las dificultades y creciendo personalmente, mientras que en otros grupos es el Rebe quien eleva a los jasidím.

La Mitzvá del Brit, cortar el prepucio, nos enseña que cada uno debe trabajar consigo mismo, por sus propios medios, para corregirse a sí mismo y al mundo a su alrededor.

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