La sección de esta semana se llama Shlaj, envía. La Torá nos cuenta que Moshe envió doce espías, uno por cada tribu, para revisar la Tierra de Israel. Los objetivos básicos eran investigar por dónde era mejor entrar a la tierra para conquistarla y qué características tenían los pueblos que vivían allí.

Los espías fueron, recorrieron el lugar por cuarenta días y retornaron a Moshe con el reporte: la tierra era, como Di-s había dicho, una tierra que fluía leche y miel, con impresionantes frutos, y los pueblos que la habitaban eran grandes y poderosos. Por eso, concluyeron, era imposible ingresar. En ese momento comenzó una rebelión masiva contra Moshe, con el objetivo de retornar a Egipto. Solamente dos espías de los doce dijeron que sí se podía conquistar. A partir de esta historia es que el pueblo judío es condenado a pasar los próximos cuarenta años en el desierto, de manera que mueran las personas que no quisieron entrar en la Tierra de Israel.

Ahora bien, aparentemente esta historia no es más que eso, una historia. Si bien es como la introducción al resto de los eventos que ocurrieron en los viajes del pueblo judío por el desierto, no alcanza una mera justificación histórica para ser registrada en la Torá. La Torá es un libro de enseñanzas de vida para la vida cotidiana. Por eso, debemos encontrar alguna enseñanza en este evento.

A modo de introducción: cada uno de los preceptos de la Torá deben ser cumplidos con aceptación del yugo del cielo, es decir, sin cuestionamientos. Como cuando el pueblo judío recibió la Torá y dijeron "Haremos y escucharemos". Por el otro lado, no alcanza sólo con el "Haremos" y tiene que haber un "escucharemos", o sea, una comprensión, hasta donde la mente humana llegue, de los preceptos y de Quien mandó esos preceptos. En otras palabras, no alcanza la sumisión a Di-s, luego de ese estado, debe venir una etapa de estudio y entendimiento. Además, es una regla fundamental saber que todo aquello que Di-s nos exige podemos hacerlo, y más aún, la exigencia misma es lo que nos da la fuerza para cumplirla.

Por eso es que Moshe decidió, por iniciativa propia, enviar espías a la Tierra de Israel a pesar de que Di-s ya había dicho que la tierra era buena y los iba a hacer entrar en la misma. Moshe quería que el pueblo perciba la bonanza de la tierra por sí mismos y no simplemente la acepte porque Di-s dijo. Lo mismo se aplica a conquistar a los pueblos que allí vivían: Moshe quería que el pueblo viese con sus propios ojos, por así decir, que era posible conquistarlos aún por medios naturales, sin la necesidad de recurrir a milagros.

Pero los espías fallaron. En realidad, el reporte que ellos trajeron era verdadero (la tierra es buena y los habitantes son poderosos) y respondía exactamente a las consignas de Moshe (de ver cómo era la tierra y sus habitantes). Pero se equivocaron en que sacaron la conclusión de que no se podía entrar, cuando deberían haber entendido que si Di-s los mandó a ingresar, es porque lo podían hacer.

La enseñanza fundamental y básica que queda para nosotros es doble: en primer lugar, debemos saber que no podemos quedarnos en el simple cumplir, debemos estudiar y comprender tanto cuanto podamos y, en segundo lugar, que nunca debemos considerar que una determinada Mitzvá es imposible para nosotros cumplirla. El hecho mismo de que se requiera eso de nosotros, nos da la pauta de que lo podemos hacer. ¡Aún un ser humano racional no exigiría de su prójimo algo que sabe que no puede hacer! Cuánto más aún Di-s...

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