Esta semana leemos dos secciones, Behar (en el monte) y Bejukotái (en Mis leyes), terminando el tercer libro de la Torá, el libro de Vaikrá.

Al comienzo de la segunda sección, Bejukotái, la Torá relata algunos de los beneficios materiales que el pueblo judío tendrá si estudia la Torá con esfuerzo y con el objetivo de observar sus preceptos. Y no solamente aquí, sino que en varios lugares aparece el mismo concepto: a pesar de que la verdadera recompensa por la observancia de la Torá será en el olám habá - el mundo por venir (después del fallecimiento), ese mundo no es mencionado y sí la Torá promete beneficios físicos y materiales a quien la observa.

Aparentemente esto contradice el concepto que nuestros sabios enseñan de servir a Di-s sin esperar una recompensa. Si una persona decide colocar una mezuzá en su casa esperando a cambio una determinada bendición, a pesar de que esa bendición puede materializarse, claramente no se trata del nivel más elevado de servicio a Di-s, ya que, al fin y al cabo, es un servicio a sí mismo, la motivación de la observancia es el bienestar personal... y no Di-s.

Entonces: si la verdadera recompensa es en el mundo por venir, ¿por qué a Torá no lo menciona? Y, por el otro lado, si el verdadero servicio a Di-s debería ser en aras del cielo, ¿por qué la Torá menciona recompensa en absoluto?

La respuesta más simple a estas dos preguntas es que la Torá habla para el judío común. La gente, en general, comprende fácilmente un beneficio material y no uno espiritual. Por eso, cuando la Torá quiere expresarle a la persona cuán buena es la observancia, lo hace en los términos de la persona misma: promete lluvias en el momento apropiado, frutos de árboles y de la tierra en abundancia, paz, etc., dejando afuera los conceptos espirituales que no serías comprendidos.

A su vez, las personas aprecian mucho más una recompensa ganada tras un trabajo que un regalo, lo que nuestros sabios llaman "pan de la verguenza" Por eso la Torá habla de recompensas en general, y de recompensas materiales en particular.

Sin embargo, esto no explica nuestra pregunta original al respecto del servicio a Di-s en aras del cielo, y no para recibir una recompensa.

Para entender esto, en resumen por lo menos, podríamos decir que, en realidad, la Torá no está hablando de la recompensa por la observancia, sino del efecto automático que la misma posee.

Cuando la persona estudia Torá con esfuerzo, y la Torá se vuelve una con la persona, de manera que la esencia misma y la vitalidad y energía de la persona son la Torá, aún sus asuntos materiales son imbuidos y penetrados con la santidad de la Torá. De la misma manera en que el alma es la vitalidad del cuerpo y la misma llena todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, a pesar de haber una diferencia abismal entre las partes del mismo cuerpo, así también, cuando la persona se unifica a la Torá a través de su estudio en profundidad y con esfuerzo, la misma (la Torá) llena todos los asuntos de la vida de la persona, no solamente aquellos espirituales (que serían como la cabeza), sino también los materiales (los pies).

Siendo así, cuando la Torá nos habla de lo que parece ser la recompensa por la observancia de los preceptos, desde una perspectiva más profunda, nos está explicando cuál es el efecto automático de una total entrega a su estudio, que llega a expresarse hasta en los asuntos materiales y mundanos de la vida.

Que tengamos el mérito de elevarnos de nivel en nivel en el estudio de Torá en general y en la motivación del mismo en particular.

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