En el capítulo anterior el Alter Rebe explicó la idea de la contracción (tzimtzúm). En este capítulo, explicará esto mismo con mayor profundidad y cómo el pensar en esto nos ayudará a desarrollar un amor muy profundo por Hashem.

Las contracciones no son todas iguales. Hay muchos tipos de contracciones diferentes que se dividen, en general, en tres, que generan tres mundos generales: El mundo de Creación, el mundo de Formación y el mundo de Acción (ver en el capítulo 39 donde hay una explicación de estos mundos).

En realidad, son cuatro mundos, pero el más elevado, el mundo de Emanación, es un mundo tan elevado que la presencia de Hashem ahí está revelada, es como un mundo exclusivamente Divino (no porque es lindo y agradable, sino porque la Divinidad y Santidad de Hashem ahí está revelada). Por eso mismo está oculto para nosotros, más allá de nuestro alcance.

Para pasar de ese mundo tan especial al siguiente mundo, el de Creación, hay una contracción impresionante. Y así también hay otra contracción para pasar desde el mundo de Creación al de Formación y luego otra para pasar al de Acción.

¿Y para qué hace Hashem todo esto? Para crear nuestro cuerpo físico de manera que podamos sentir que existimos. Porque si la presencia de Hashem estuviese revelada, no podríamos existir y servir a Hashem con el estudio de Torá y la observancia de Mitzvot. Porque ese es el objetivo de toda la cadena de mundos y niveles que Hashem crea: que exista un hombre en este mundo físico que se eleve a sí mismo y se acerque a Hashem (ver en el capítulo 36 para saber más sobre este tema). O sea, pensemos en que Hashem crea todo el universo para nosotros.

¿Para qué explica el Alter Rebe qué es “La Luz infinita”, la contracción y los niveles que tiene? Ahora nos da la clave: así como Hashem deja de lado Su propia “Luz infinita” y la contrae y oculta para que no se revele, solamente por amor a nosotros, para que podamos elevarnos y estar con Él, de la misma manera corresponde que nosotros dejemos de lado todo en la vida, con tal de unirnos a Hashem, y no haya nada que nos impida estar con Él. Como explicó al Alter Rebe en el capítulo 46: así como el agua refleja el rostro, de la misma manera el corazón de uno refleja el corazón del otro.

Con esta idea el Alter Rebe explica por qué nuestros sabios establecieron dos bendiciones antes de recitar el Shemá Israel. La bendición antes de cada Mitzvá habla de la Mitzvá que vamos a cumplir, como la bendición del lulav en Sucot, o de las velas de Shabat. Pero en las bendiciones antes del Shemá Israel no dice ni una vez que vamos a recitar el Shemá Israel. Entonces, ¿qué tienen que ver con el Shemá Israel?

Porque la esencia de recitar el Shemá Israel es amar a Hashem, es sobreponerse a todas las dificultades que podríamos encontrar y que nos impiden sentir amor a Hashem. Y para ayudarnos a cumplir con esta idea recitando el Shemá Israel, nuestros sabios nos dieron dos bendiciones.

En la primera bendición se habla de los ángeles y cómo ellos están anulados a Hashem y Lo alaban. Pero aun así no Lo entienden y sienten cómo Hashem está separado de ellos. ¿Y dónde está Hashem? ¡Con el pueblo judío!

En la segunda bendición se habla del amor que Hashem tiene por nosotros, o sea, que dejó de lado los infinitos ángeles y mundos elevadísimos y se unió a nosotros hasta llamarse nuestro Di-s, o sea, hasta unirse totalmente a nosotros. Luego continúa diciendo que Hashem nos eligió de entre todos los pueblos, y nos acercó a Él y nos unió a Él (como explicó el Alter Rebe en el capítulo 46 el ejemplo del hombre simple que el rey sacó del basurero).

Cuando pensemos en estas ideas, automáticamente se encenderá nuestro alma de amor a Hashem, para dejar todo de lado y unirse a Él.

Al final del capítulo el Alter Rebe explica que el texto del Shemá Israel continúa con la Mitzvá de estudiar Torá. Porque en eso consiste la unión con Hashem. Pero para que se revele esa unión, hay que verbalizar las palabras de Torá que leemos (no basta con “leer con los ojos”), porque es la única forma de proyectar a Hashem en nuestra boca, en nuestro Alma Animal y en todo el resto del mundo.

En eso consiste el objetivo de la creación entera, que se revele la Gloria de Hashem en este mundo material. Además, en cada Mitzvá que cumplimos, debemos tener en cuenta que se proyecte “La Luz infinita” de Hashem en este mundo. Pero para que eso pase, primero debemos entregar nuestra vida a Hashem.

Con esta idea, el Alter Rebe termina la explicación del amor a Hashem de tipo reflejo, diciendo que recitar el Shemá Israel y las bendiciones introductorias son un camino para despertar amor a Hashem en nuestro corazón.

Etiquetas:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dos × 2 =

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.