Nosotros, el pueblo judío, hacemos todo de "manera judía". Siempre hay una costumbre al respecto de cada asunto de la vida cotidiana y, más aún, sobre cada asunto de la vida espiritual. La razón de esto es muy simple: dado que Di-s es infinito, no hay aspecto de Su creación donde El no esté involucrado. Automáticamente, El tendrá algo que decir al respecto de todo. Dicho de otra manera, no hay aspecto de la existencia que no esté legislado en la Torá. Es como esas vacaciones "All inclusive"... la Torá lo incluye todo, literalmente.

Dentro de este marco, también está incluida la contabilidad del tiempo. Medimos el tiempo a nuestra manera y marcamos hechos de acuerdo a esa forma de medir el tiempo. Una de esas formas es a través de la sección semanal de la lectura de la Torá. Un evento puede registrarse como "tal año, en tal parashá, pasó tal cosa". Pues, en el año 5765 (2005), en la semana de parashat Emor (mediados del mes de Mayo), comenzó a circular el Boletín del Beit Jabad, este mismo que usted está leyendo ahora.

Ahora, con ésta edición, estamos entrando en el octavo año de vida de este Boletín. Como se mencionó ya muchas veces, no hay casualidades en la vida, sino que todo tiene una razón de ser en el plan maestro de la Creación. A veces encontramos sentido a las cosas, o por lo menos nos da la impresión de que lo que ocurre tienen un sentido especial, pero no necesariamente es el mismo que Di-s planeó originalmente, solo que nosotros aplicamos ese significado a un evento particular.

El Boletín empezó en parashat Emor. Esta palabra significa, en hebreo, "diles". El contexto es que Di-s está enseñando (entre otras cosas) las leyes de impureza ritual para un Cohen, un sacerdote. Sin embargo, desde una perspectiva mucho más simple, ¡la Torá está diciéndonos que digamos!, es decir, "ve y dile al pueblo judío" (ya que todos somos una nación de sacerdotes, ver Shmot 19:6). Y ese es el objetivo principal del Boletín: decir, transmitir. Y, por supuesto, a la manera judía, transmitiendo Torá.

Que Di-s haga venir rápidamente la Redención Final para poder escuchar las palabras de Torá transmitidas de la boca de Mashíaj.

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