Shavuot es una fiesta diferente. Por supuesto, cada fiesta judía tiene sus asuntos particulares, determinados por la época del año, las leyes y costumbres asociadas y, principalmente, por su contenido espiritual, esa (o esas) enseñanzas que hacen de la Torá una guía práctica para sobrevivir en todos los tiempos y lugares. Sobrevivir no solamente en el sentido judaico de la observancia de las Mitzvot, sino también en el sentido más simple de manejarse en la vida con valores eternos como la honestidad, la humildad, el amor y el respeto al prójimo, etc.

En estos aspectos que caracterizan cada fiesta, encontramos ejemplos vastos y ricos como los de Pesaj (con la Matzá, el Seder, el vino, etc.) y Sucot (con la Suca, las cuatro especias, etc.), Jánuca y Purim. Sin embargo, Shavuot se destaca y sobresale por sobre las demás fiestas judías por un factor clave: la ausencia. Paso a explicar.

Por un lado, si nos enfocamos en los aspectos bíblicos de cada fiesta, como ser las ofrendas que se llevaban al Templo, por supuesto, Shavuot no es menos que Pesaj y Sucot. Además era el momento del año en que se llevaban las primicias de los frutos del campo al Templo para ser entregados a los Cohaním, con todo lo que una peregrinación involucraba: un largo viaje, que podía durar varios días, hoteles y posadas para los visitantes en Ierushaláim, los mercados llenos de productos y compradores, etc.

Por el otro lado, si nos enfocamos en la versión actual de Shavuot, vamos a encontrar que no tiene casi ninguna de las excitantes observancias de Pesaj, Sucot, Jánuca ni Purim: se estudia toda la noche (cosa que se hace también en otros momentos del año, como el Séptimo día de Pesaj y Hoshaná Rabá en Sucot) y se come una comida láctea la primera noche. La Torá se lee en cada festividad, con lo cual no representa una novedad exclusiva de Shavuot.

Por eso digo que Shavuot se destaca en la ausencia. Sin embargo, esto no resta ni disminuye su importancia, ya que es en esa ausencia que se encuentra la clave para entender la esencia del día (Cabe destacar, como para fortalecer el cuestionamiento, que tanto en Pesaj como en Sucot (ni que hablar en Jánuca y Purim que son fiestas netamente rabínicas) nuestros sabios decretaron cumplir con ciertas costumbres que nos lleven a recordar los días del Templo, como comer Maror, un huevo y Aficomán en el Seder de Pesaj y utilizar las cuatro especies el resto de los días de Sucot, lo que no es el caso con Shavuot, donde nuestros sabios no decretaron ninguna observancia específica para recordar cómo era la fiesta en la época del Templo).

Para entender esa "ausencia" de Shavuot, debemos saber que la esencia del día es la relación entre Di-s y el pueblo judío. Existen muchos tipos de relaciones entre las personas (no es que Di-s sea una persona, sino que podemos aprender de nuestro propio ser y aplicar las ideas a Di-s): compañeros, amigos, padre e hijo (y demás). Cada una de estas categorías de relación lleva consigo una forma específica que la relación toma. De acuerdo a esa forma será la relación. No es lo mismo conversar con un compañero de trabajo, con un amigo o con el padre. Los fundamentos que mantienen la relación también son diferentes, en algún caso por conveniencia mutua, otros por pasado en común y experiencias de vida, otros porque Di-s así lo dispuso, que tal sea hijo de cual. Sea como fuere, siempre hay una forma.

Nuestra relación con Di-s no tiene una forma determinada, sino que toma todas las formas y ninguna, a la vez. Esto se desprende de la Infinitud Divina, que no se encuentra limitada a una manera específica de relacionarse, sino que puede tomar cualquier forma. Sin embargo a esa esencia se llega cuando la persona misma quita las formas. En otras palabras: si la persona se relaciona con Di-s como hijo, pues El responderá como padre. Si lo hace como súbdito, pues El lo hará como Rey, y así sucesivamente. Pero cuando la persona deja las formas de lado y se entrega totalmente a Di-s, llega, por así decir, a la esencia misma de Di-s, que no tiene forma.

De esto se trata Shavuot. De la conexión entre la esencia misma de Di-s con la esencia misma del pueblo judío, del alma de cada judío y judía en cualquier punto de la tierra, en cualquier momento de la existencia. Y por eso Shavuot carece de "forma", o sea, una Mitzvá bíblica o rabínica que pueda, hoy en día, darle una forma particular como Pesaj o Sucot. Shavuot expresa el vínculo eterno e infinito de Di-s con el pueblo judío.

¡Jag Smaeaj!

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