Habitamos un mundo en el cual percibimos multiplicidad. Vemos una miríada de criaturas, cada una aparentemente autosuficiente e independiente. Pero nosotros, como judíos, creemos que en realidad hay una sola entidad verdadera. Un Di-s que es la esencia de todo. Un Di-s que se manifiesta en una cantidad infinita de creaciones.

Fijar esta idea en nuestra mente es un gran desafío, pero es fundamental para desarrollar una relación con nuestro Creador y tener una verdadera apreciación de El. Con este objetivo, leemos todos los días, a la mañana y a la noche, el Shemá (escucha), tres pasajes bíblicos (Devarím 6:4-9; 11:13-21; Bamidbar 15:37-41) que comienzan con la definición judaica: Escucha Israel, Di-s nuestro Señor, Di-s es Uno. Luego menciona algunas cuestiones básicas del judaísmo: amor por Di-s, estudio de Torá, el principio de recompensa y castigo divinos y la salida de Egipto.

Si bien el Shemá es parte de las plegarias matutinas, aún si no las dices, debes recitar el Shemá. A la mañana se recita desde que hay suficiente luz para reconocer a un conocido a dos metros, hasta la tercera hora del día (generalmente entre las 9 y las 11 de la mañana, dependiendo de la época del año). A la noche se recita a partir de que hay 3 estrellas hasta el amanecer.

Puede recitarse el Shemá en cualquier lengua. Debes asegurarte de que el lugar donde lo recites está limpio y debes pronunciar cada palabra correctamente. Te cubres los ojos con la mano derecha, para no perder la concentración mientras recitas el primer versículo. Idealmente debes recitarlo con Talit y Tefilín durante el rezo de la mañana.

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