La sección de esta semana, que se llama "Vaerá", (Me mostré) es una directa continuación de la anterior, donde, en el final, tras el endurecimiento de la servidumbre del Faraón sobre el pueblo judío, Moshe cuestionó a Di-s, diciendo que desde que habló con el Faraón la situación sólo empeoró y El no había cumplido su promesa de redención.

Ante ese cuestionamiento, Di-s responde asegurando que, cumplirá su promesa a los patriarcas, Avraham, Itzjak y Iaacov de entregarles la Tierra Prometida, a través sacar al pueblo judío de Egipto.

Uno de los comentaristas más importantes de la Torá es Rashi, Rabí Shlomó Itzjaki (1040-1105). Su trabajo se basa, principalmente, en la explicación de los significados simples y literales del texto y de los eventos, usando frecuentemente herramientas sintácticas y también las palabras de nuestros sabios cuando ayudan a comprender el texto mismo. Rashi era preciso y exacto con cada comentario, no escribiendo ni una palabra de más ni una de menos, y muchas veces queriendo indicar grandes ideas con pocas letras.

En nuestra parashá encontramos un caso particular, digno de análisis. El versículo dice (Shmot 6:3): "Me mostré a Avraham, Itzjak y Iaacov con [el nombre] Shad-ai, y Mi nombre esencial no les hice conocer". Rashi comenta sobre las palabras "Me mostré" y explica: "A los patriarcas". El problema es que el versículo mismo dice, a continuación de las palabras "Me mostré", "a Avraham, Itzjak y Iaacov". No tiene sentido decir que Rashi quiere enseñarnos que éstos son los patriarcas, ya que es algo conocido a esta altura de la Torá.

Una posible explicación, más allá de la comprensión del texto mismo, es que Rashi nos quiere enseñar que, si bien cada patriarca tuvo un trabajo espiritual propio, Avraham en la línea de la bondad, Itzjak en la línea de la severidad y Iaacov en la línea de balance entre los dos anteriores, hay un trabajo espiritual común a los tres: el de ser avot, padres y patriarcas.

Nuestros sabios explican que, si bien las almas del pueblo judío existían aún antes de la creación misma, Avraham, Itzjak y Iaacov tuvieron el mérito de que, esas almas preexistentes, se invistan en su descendencia. En otras palabras, Di-s los eligió para ser los patriarcas de Su pueblo, Sus almas. Esto se expresa en la herencia que cada judío y judía heredó de cada uno de los patriarcas. El amor a Di-s que ellos desarrollaron y su sacrificio por la difusión de la idea del Di-s Unico (cuyo significado profundo es que lo único que existe es Di-s y no solamente que hay un único Di-s) les hizo "ganar" el "premio", por así decir, de ser los patriarcas de las almas del pueblo judío, así haciéndolos heredar sus virtudes.

En adición a las virtudes particulares de Avraham, Itzjak y Iaacov, cada uno heredó una cualidad conjunta de "patriarca": está en las manos de cada uno y una la fundación y el sustento de una familia basada en los principios y valores de la Torá, llevando a la práctica cada una de las Mitzvot. Nadie puede quitarse esa responsabilidad de encima, ya que todos heredamos la capacidad de ser "patriarcas".

La forma de "materializar" estas cualidades es a través de la educación judía genuina, comprometida con nuestro pueblo y con Di-s.

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