Cuando Iaakov bendice a sus hijos antes de su muerte, amonesta a Reuvén, su primogénito, por un pecado que cometió y le quita el sacerdocio (la kehuná) y el reino. La monarquía la transfiere a Iehudá. Esto lo explica diciendo1: de ser devorado has sacado a mi hijo""Rashi explica que Iaakov se refería aquí a dos buenas acciones que llevó a cabo Iehudá:

1) Aconsejó vender a Iosef y con ello impidió su homicidio

2) La confesión pública de su pecado en el episodio de Tamar, con lo cual la salvó de ser quemada.

Esto llama la atención: ¿no estuvieron presentes acaso con Reuvén exactamente las mismas dos virtudes?. Con respecto a Iosef, Reuvén dijo2: no terminemos con su vida" y mientras que Iehudá vendió a Iosef a cambio de dinero, Reuvén pretendía liberarlo totalmente- "¡para salvarlo de sus manos y devolverlo a su padre!"3.

También en lo que respecta a su arrepentimiento por su pecado, Reuvén fue superior a Iehudá: Iehudá estuvo obligado a reconocer su pecado, caso contrario hubiese sido el causante de la muerte de Tamar. A diferencia de ello, Reuvén, aunque su pecado no fue un pecado propiamente dicho, puesto que "reclamó por la venganza de su madre"4, sin embargo hizo un arrepentimiento tan profundo y tan extenso, al punto que nueve años más tarde, cuando tuvo lugar la venta de Iosef, todavía ¡"estaba ocupado con su ropa (de duelo) y su ayuno"!5

A Reuvén se lo privó de la monarquía y del sacerdocio6, pero no de la progenitura, y aquí está el núcleo de la explicación. Hay una diferencia esencial entre el reino y el sacerdocio con la primogenitura: reino y sacerdocio se expresan fundamentalmente en la entrega hacia los demás. El Rey dirige y maneja los asuntos del reino; el cohen- sacerdote- bendice al pueblo y le enseña Torá. A diferencia de ambos, la primogenitura es una cualidad personal que sólo afecta a uno mismo.

Reuvén, en su carácter de primogénito, era íntegro. Intenta actuar para salvar a Iosef. Se arrepiente y es un penitente total por su pecado durante largos años. En lo que se refiere a su persona, su conducta es perfecta. Pero en lo que respecta al prójimo, en los hechos no lo ayudó. A Iosef no lo salvó, por el contrario, causó que sea arrojado a un pozo lleno de serpientes y escorpiones. Su arrepentimiento fue algo entre él y su Creador, sin relación alguna con el prójimo (y por el contrario, sino hubiera estado ocupado con "su ropa de duelo y su ayuno", puede que se hubiera impedido la venta de Iosef y se hubiera ahorrado todo el descenso al exilio en Egipto)

A diferencia de ello, Iehudá, a pesar de que trabajo interior en el arrepentimiento no era tan profundo, en los hechos concretos fue quien causó la salvación del prójimo: fue él quien salvó a Iosef del pozo y a Tamar de la sentencia de ser quemada. Su actitud de firmeza y sacrificio en aras del prójimo probó que específicamente él era apto para el reinado, que implica preocuparse por el otro. Por eso no se transfirió la monarquía de Reuvén a Iosef.

En esto hay una lección eterna: está prohibido que el judío se concentre sólo en el perfeccionamiento personal. El desinteresarse por el otro puede causar "su venta" y constituirse la raíz de todos los exilios. El judío debe dedicarse al amor al prójimo, que es "toda la Torá "7. Entonces, a pesar de que él mismo no se encuentre en un nivel tan elevado, en mérito a su ayuda al prójimo está ligado a "toda la Torá ", y a su vez apura la llegada del Mashíaj y la verdadera y completa redención.

(Likutei Sijot tomo 15, Pág. 439)

NOTAS: 1.Nuestra Parshá 49:9 2.Bereshit 36:21 3.Rashi Bereshit 37:22 4.Rashi 35:22 5.Rashi 37:29 6.Rashi Vaiejí 49:3 y Onkelus allí 7.Tania Cáp. 32

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

5 × uno =

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.