Nos acercamos a Rosh HaShaná, el nuevo año judío y, como cada año, buscamos mensajes que nos ayuden a procesar e incorporar a nuestras vidas la santidad de la fiesta. Porque no alcanza con que la fecha pase, es decir, que acaezca Rosh HaShaná cuando el calendario lo dicta, que nos presentemos en la sinagoga de mayor preferencia y participemos de los servicios, sino que tiene que haber algo nuevo que incorporemos a nuestras vidas. Dicho de otra manera, debemos hacer que la fiesta acontezca en para nosotros, no dejar que nos pase inadvertidamente. La forma más simple de probar esta idea es que Rosha HaShaná ocurrirá igualmente si no hubiese sinagoga donde ir, si no hubiese un servicio al cual la persona pudiese asistir y, aún, Di-s libre y guarde, si no hubiese Shofar que escuchar. Si sólo existiésemos nosotros y Di-s, Rosh HaShaná tendría su mensaje de cualquier manera.

Y de entre todos los conceptos que despierta la fecha hay uno de renovación. Que, en realidad, es una idea subyacente en muchos lugares en el judaísmo. Cada cuarenta y nueve años, la Torá nos manda a guardar un año de Iovel, de descanso de la tierra, para comenzar luego un nuevo ciclo, una renovación. Lo mismo ocurre cada seis años, el séptimo es uno de descanso, Shmitá. Rosh HaShaná es la renovación anual. Así también en forma semanal, seis días de trabajo y un séptimo día de descanso y renovación de fuerzas para la semana siguiente. Encontramos entonces en el tiempo, la idea de constante renovación.

Lo mismo ocurre en forma personal. Nuestros sabios explican que la persona se renueva todos los días, al irse a dormir y despertar, hay una nueva oportunidad de llevar a cabo la misión Divina.

A su vez el mismo concepto lo encontramos en la Torá en general, como dicen nuestros sabios al respecto del versículo "Que Yo te mando hoy", (Devarím 6:6), que todos los días uno debe ver a la Torá como si hubiese sido entregada hoy. Porque, en la práctica, la Torá es nueva día a día, como decimos en la bendición por la Torá: "Bendito eres Tu Di-s, Rey del Universo […] que das la Torá", en presente, no "que dio la Torá", en pasado.

Con esto el judaísmo nos enseña que no podemos contentarnos con los logros a los que llegamos con el trabajo realizado hasta ahora, sino que debemos constantemente renovarnos, recrearnos (así como el mundo es recreado en Rosh HaShaná en general, e instante a instante en particular) para lograr nuevos horizontes, más elevados y sublimes que los anteriores. Y una de las formas de lograr esta eterna renovación es enchufarse, por así decir, en las diferentes oportunidades que Di-s nos da para renovarnos, como ser el estudio de Torá (que, como dijimos, es constantemente renovada), o el Shabat, la renovación semanal, y así sucesivamente con cada Mitzvá: cada una es una oportunidad de renovación, crecimiento y desarrollo, hasta que lleguemos a la renovación total, con Mashíaj, donde el universo entero se va a renovar, rápido en nuestros días.

Que sean inscriptos y sellados para un año bueno y dulce,

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