La parashá de esta semana se llama Jukat (la regla) y habla, entre otros temas, de la Vaca Roja. Se trata de un proceso a través del cual se purificaba ritualmente la impureza de muertos. Cuando una persona estaba en contacto con un muerto, o bajo un mismo techo que un muerto, quedaba impuro. La parashá describe el proceso de purificación, que involucraba hacer cenizas de una vaca roja y salpicarlas sobre la persona impura dos veces en una semana, para purificarla.

Todos los asuntos de la Torá tienen una expresión moderna, es decir, aún cuando no se puede observar un precepto por no cumplirse las condiciones necesarias (por ejemplo, en este caso no tenemos Templo) y aún cuando la Torá misma determina que este precepto no se puede cumplir (o sea, de parte de la persona no hay impedimentos, pero la Torá dice que no se debe hacer), aún así, su contenido conceptual continúa vigente.

Los Midrashím cuentan que cuando Di-s le explicó a Moshe las leyes de tumat met, impureza de muertos, Moshe se sorprendió y preguntó: “¿Con qué se va a purificar?”, a lo que Di-s respondió que con el proceso de la vaca roja. Hay muchos tipos diferentes de impurezas en la Torá, cada uno independiente del otro y con su propio proceso de purificación. Pero Moshe sólo sintió sorpresa cuando Di-s le enseñó sobre la impureza de muertos. Evidentemente, este es un nivel de impureza muy grave (De hecho, en los escritos de nuestros sabios se la conoce como avi avot hatumá el padre de los padres de la impureza).

Conceptualmente, un muerto es alguien que no tiene vida. La Torá dice (Devarím 4:4) “Ustedes están unidos a Di-s su Señor, están todos con vida”. Aprendemos de este versículo que la unión con Di-s genera vida, lo opuesto de la muerte. Surge, entonces, que la idea de tumat met es la desconexión de Di-s. Esta es una de las razones por las cuales la Torá llama juká (regla irracional) a la Mitzvá de la Vaca Roja, porque, racionalmente hablando, una vez que la persona se impurificó con la impureza de muertos, el nivel más grave de impurezas (se desconectó de Di-s), no hay vuelta atrás. Viene este precepto y nos enseña que aún en ese caso hay una forma de reconectarse.

El mismo nombre (jukat – regla irracional) nos enseña el sistema de reconexión: se debe recurrir a un nivel del alma que trasciende lo racional y a donde no llegan los defectos causados por las acciones en este mundo. Dicho de otra manera: hay un nivel del alma que nunca se impurifica, que siempre está conectado a Di-s. Pero ese nivel, en muchos casos, se encuentra oculto, y es el trabajo de cada uno revelarlo y utilizarlo para poder vivir una vida consciente de Di-s y reconociendo Su grandeza y bondad.

Para poder llegar a ese nivel del alma necesitamos la guía de Moshe, por eso vemos que la Torá manda a llevar la Vaca Roja hacia Moshe (Devarím 19:2). Si bien quien la preparaba en la práctica era un Cohen, Moshe es quien daba la fuerza espiritual para poder hacerla. En cada generación hay un Moshe que guía al pueblo judío y le da la fuerza a cada uno para poder llegar hasta su propia esencia. Este Moshe es el Rebe, Rabí Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria, cuyo aniversario de fallecimiento fue esta semana (martes 11 de junio). A través de estudiar sus enseñanzas y seguir su guía, podemos despertar aún en el iehudí más alejado, el alma, para que se reconecte a Di-s.

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