De acuerdo al Talmud, El sueño es un sesentavo de la muerte.

Si el sueño es una forma de muerte, entonces es también verdad que la muerte es una forma de sueño.

El sueño no es un final, ni tampoco una interrupción de la vida. Sino que es un tiempo de fomento, el medio a través del cual el cuerpo y el alma recuperan sus energías para un refrescado comienzo del día por venir.

Lo mismo es la muerte. La muerte es un "descenso en aras de un ascenso", la retracción de una flecha de vida que puede ser impelida por el arco de vacuidad con redoblada fuerza.

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