Cada uno tiene su porción de "no bueno". Es imposible que un ser físico no tenga fallas. El punto no es escaparse o esconderse de ellas. Tampoco resignarse.

El punto es enfrentar el hecho de que están ahí y sistemáticamente erradicarlas.

Reconocer quién eres y gradualmente limpiarte: puede parecer feo, pero es un camino divino.

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