En la sección de esta semana, Ki tisá (cuando cuentes), la Torá menciona el último de los utensilios que debían fabricarse para utilizarlos en el Santuario móvil (el mishkán): el Kior. Se trataba una especie de samovar gigante con agua para que los cohaním se laven las manos y pies antes de comenzar el trabajo en el Santuario. . No se podía ingresar al Templo porque sí, debía haber un trabajo específico que hacer (por ejemplo una ofrenda) y antes de hacerlo, debía haber una preparación de lavado.

Al ser la Torá un libro que surge de la sabiduría Divina y siendo ésta infinita (porque Di-s es infinito), se deriva que la Torá es infinita, o sea, eterna y vigente en todos los tiempos, sin necesidad de recurrir a modificaciones que la adapten (Di-s libre y guarde) a ninguna situación temporal o espacial. Se desprende de esta idea que el Kior debe tener una contraparte espiritual eterna, más allá de la material.

La enseñanza es, en resumen: todas las personas se ven enfrentadas al mundo externo, es decir, externo a la propia esencia divina de cada uno, su alma. Sabiduría y el rebelde lleno de influencias indeseables, violencia, falta de recato, falta de valores, etc., A su vez, todas las personas son susceptibles a adquirir cualidades y comportamientos de ese mundo externo que lo rodea y, en muchos casos, la mayor parte del tiempo. Sin embargo, no se puede ingresar al Templo con esa "suciedad" del exterior, debe lavarse previamente.

¿Qué debe ser lavado? Aquellas partes del cuerpo que estuvieron en contacto con el exterior, las manos y los pies. Los pies llevan a la persona a lugares. El lugar natural de la persona es en el Templo, pero los pies, que están en contacto directo con la tierra, lo llevan a otros lugares. Las manos son la interfaz entre la persona y el mundo, las herramientas a través de las cuales la persona saca y pone cosas en el mundo y en su propio Templo. Son justamente estas dos partes del cuerpo que entran en contacto con el mundo que deben ser lavadas.

¿Y con qué se lavan? Con agua. El agua representa la Torá, y, dentro de la Torá misma, la parte más profunda de la Torá, la filosofía jasídica. El estudio de las enseñanzas jasídicas le permiten a la persona "lavarse" y "quitarse" las influencias indeseables del mundo exterior, preparándola para su servicio en el Templo.

Ahora bien, para concluir, la palabra Templo en esta exégesis del Kior puede entenderse de varias maneras, todas válidas y verdaderas: la casa de estudio (o sea, "lavarse" las influencias extrañas antes de introducirse en el estudio y lo mismo con los demás ejemplos), la sinagoga, el hogar personal donde uno educa a sus hijos o el propio corazón de la persona, cuando en sus pensamientos y meditación intenta desarrollarse y mejorarse.

Que Hashem nos abra los ojos para poder distinguir qué ideas y sentimientos son propios en nuestras vidas, es decir, provenientes de nuestro interior y esencia, y cuáles son impuestos y/o adquiridos del medio ambiente y también nos de fuerza para "lavarlos" y cumplir nuestra razón de ser, de hacer una morada para El aquí, en este mundo.

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