Sara estaba disfrutando muchísimo. Junto a su familia, estaban visitando Eretz Israel, y hoy tocaba viajar a Kever Rajel, la tumba de la esposa de Iaakov en Beit Lejem. El guía explicaba por qué Rajel fue enterrada al lado del camino y no en Mearat HaMajpelá, donde los otros patriarcas y matriarcas fueron enterrados. Sara no estaba escuchando en realidad, ella ya lo había aprendido en la escuela.

En el lugar, unos turistas chinos que estaban alrededor sacando fotos se habían parado a escuchar. Sara observó que asentían con la cabeza mientras el guía hablaba. Parece como que saben de lo que está hablando", pensó Sara. Ella quedó aún más sorprendida cuando vio que uno de los turistas sacó un libro de su bolsa de viaje y ojeó rápidamente las páginas, como buscando algo. En poco tiempo estaba leyendo para sí mismo.

Sara estaba muy intrigada. Se acercó y miró el libro. El turista chino sonrió y lo aproximó a Sara que lo viese. "Es una Biblia en chino," dijo con acento, "estaba siguiendo la historia que tu guía estaba contando".

Sara estaba sorprendida al enterarse de que la Torá había sido traducida al chino. Pero realmente no debería haberlo estado. En la parashá (sección) de esta semana, Devarím, leemos "Moshé explicó toda la Torá muy claramente." Rashi (el padre de los comentaristas) nos dice que esto significa que Moshé tradujo la Torá a 70 lenguajes.

¿Por qué? Por que él sabía que llegaría un tiempo en el cual el Pueblo Judío viviría en otras tierras del mundo, y no todos entenderían hebreo. Tener la Torá en muchos lenguajes también le permite a no-judíos leerla y aprender sobre las siete Mitzvot que deben cumplir.

Sin embargo, ¿por qué fue Moshé el que tradujo la Torá? En su época, todos los judíos vivían juntos y entendían hebreo. Sólo cientos de años después el Pueblo Judío sería dispersado por todo el mundo y hablaría otras lenguas.

La razón es que Moshé Rabeinu fue la única persona que "habló cara a cara con HaShem", y que la "Shejiná (Presencia Divina) habló desde su boca". A pesar de que las traducciones de la Torá sólo serían necesarias mucho después, el único que podía poner las santas palabras de HaShem en otras lenguas era Moshé Rabeinu.

Extraído de Please tell me what the Rebe said.

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