"Cuando construyas una casa nueva, harás un cerco a tu techo, y no pondrás sangre en tu casa, cuando se caiga alguien de él" (Devarím 28:8)

A lo largo de la historia, los techos eran utilizados para almacenar cosas, secar granos o simplemente descansar. Además, eran peligrosos. La Torá nos manda a minimizar ese peligro construyendo un cerco de, por lo menos, 10 puños ("tefajím") de altura y lo suficientemente fuerte para soportar el peso de un adulto. Los techos que no se utilizan (por ejemplo, un techo con mucha inclinación) no necesitan ser cercados.

Este precepto va más allá de los techos y se aplica a cualquier situación peligrosa. Algunos ejemplos son balcones y escaleras, así como los agujeros en una construcción deben ser cubiertos o rodeados por un cerco. Piletas de natación también deben ser protegidas.

Idealmente uno no debería poseer un perro peligroso. Se considera peligroso si asusta a la gente.

Así mismo está prohibido ponerse en peligro a sí mismo. Algunos ejemplos son caminar por aguas correntosas más profundas que la cintura y manejar un vehículo a una velocidad peligrosa.

Etiquetas:

1 comentario en «La seguridad primero»

Responder a Sara Klaczko Mosak Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

dieciseis − trece =

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.