La sección de esta semana se llama Nasó, cuyo significado es cuenta. Di-s continúa con el mandato a Moshe de contar a los Leviím. Entre los temas que se discuten en esta parashá aparece la ley del Nazir. Se trata de una persona que hace una promesa de, por los próximos treinta días al menos, no cortarse el pelo, no beber vino ni sus derivados ni impurificarse con la impureza ritual de un muerto.

Terminado el período de promesa la Torá lo manda a ofrendar unos sacrificios en el Templo para que el Nazir pueda cortarse el pelo, beber vino e impurificarse si así lo desease. Entre los sacrificios a traer había uno de tipo Jatat, que se traía, en otras ocasiones, por haber cometido un pecado sin intención.

Ahora bien, nuestros sabios se preguntan ¿qué pecado cometió el Nazir para tener que traer un Jatat? Por el contrario, ¡la Torá lo considera una persona santa! A lo que contestan que su pecado fue abstenerse del vino, en otras palabras, si la Torá ya le prohibía una serie de cosas, no debería haberse prohibido a sí mismo aún más.

Este principio está en aparente contradicción con otro concepto: "santifícate a ti mismo en aquello que la Torá te permite". Dice la Torá en Vaikrá 19:2: "[...] sed santos, porque Yo soy Santo". De aquí nuestros sabios aprenden que la persona no debe solamente abstenerse de aquello que la Torá prohíbe, como carne no casher o robo, etc., sino que debe santificarse a sí mismo, es decir, abstenerse y controlarse, aún cuando se trata de algo que la Torá permite (ver comentario de Najmánides al versículo citado). Es una discusión si esto se trata de un mandato bíblico o rabínico. Según las opiniones que dicen que se trata un mandato rabínico, podríamos entender que si bien la Torá ve con malos ojos el prohibirse algo a uno mismo, nuestros sabios, conociendo la inclinación del hombre y viendo el progresivo descenso del nivel espiritual de las personas, hayan recomendado y hasta mandado a abstenerse de lo permitido. Pero según aquellas opiniones que dicen que se trata de un mandato bíblico, parece contradecirse con la idea del Nazir. (Esta pregunta es más fuerte aún de acuerdo a la sabiduría de la Cabalá, donde se habla frecuentemente de itkafia - subyugación e ithapja - transformación de la inclinación al mal).

Una posible respuesta sería decir que la motivación de cada caso es diferente, y por eso un caso se considera "pecador" y el otro no. En el caso del Nazir, su promesa y comportamiento es evidente a todos: se deja el pelo crecer, no comparte "fiestas" bebiendo vino, etc., en cuyo caso todas las personas se dan cuenta de su santidad. Esto podría llevarnos a decir que la motivación de su comportamiento es que los demás lo vean como alguien santo, o, dicho de otra manera, el objetivo no es servir a Di-s, sino a sí mismo.

Por el otro lado, el caso de quien se santifica a sí mismo en aquello que le es permitido, su motivación es pura y exclusivamente para servir a Di-s, para ofrendarse a Di-s, y esto lo vemos del hecho de que él (o ella) es el único que sabe por qué no come tal o cual bocado, o por qué no dice tal o cual palabra.

Por eso al Nazir, cuya motivación es errónea, egoísta, la Torá lo llama santo, porque al fin y al cabo eso es lo que se ve en el mundo de la acción, pero lo manda a traer un sacrificio al término de su promesa por lo negativo de su motivación. Mientras que en el otro caso, la Torá también lo llama santo, y más aún lo santifica con la santidad Divina misma.

De aquí se puede extraer una enseñanza básica para las relaciones humanas: si tu relación con el prójimo es por tu propio beneficio (o sea, una relación egoísta), puede ser que surjan cosas buenas de ahí (así como al Nazir se lo llama efectivamente santo), pero no deja de ser, sutilmente al menos, un pecado, egoísta, egocéntrica, etc. Pero si tu relación con el prójimo es por el beneficio del prójimo, entonces ahí reside Di-s.

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