HaShem manda al pueblo judío en esta parashá: una llama eterna siempre deberá ser mantenida ardiente en el altar, nunca deberá ser extinguida.

El fuego en el Altar donde los sacrificios eran ofrecidos siempre debía estar encendido.

En el Beit HaMikdash, el Templo Sagrado, había un cuarto donde se mantenían carbones ardiendo para reencender el fuego del Altar cuando fuese necesario.

Esta Mitzvá tiene un significado especial para nosotros hoy en día.

Cada judío es un pequeño Beit HaMikdash. El fuego del Altar representa el amor a Di-s. Así como en el Templo el fuego siempre debía estar ardiendo, también en nuestros corazones, que representan el Altar en el Beit HaMikdash corporal, el amor a HaShem siempre debe arder.

Extraído de Please tell me what the Rebbe says.

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