En las secciones de ésta semana, Vaiakel y Pekudei, leemos sobre la construcción del Mishkán, el santuario transportable que el pueblo judío llevó a lo largo del desierto. A pesar de que la Torá ya describió cómo debe ser construido, tanto el edificio como los utensilios que se usaban durante el trabajo, en éstas dos parashot se describe cómo en la práctica se llevaron a cabo los trabajos de construcción.

Hay varias formas de traducir la palabra Mishkán (el objeto central de ésta semana en la Torá). Cada una de las formas de traducirla nos deja enseñanzas en la vida práctica. Una de las traducciones posibles es que la palabra Mishkán tienen al misma raíz que la palabra Shojén, que significa mora, reside. Di-s reside en forma revelada en las buenas acciones que van de acuerdo a Su voluntad.

Hay muchas maneras de afectar al mundo para mejorarlo, para hacerlo un lugar más apto para la revelación de Di-s. Algunos piensan que el camino es la política, el involucramiento directo con las instituciones gubernamentales para cambiar la realidad del pueblo.

Sin embargo, ese no es el camino de la Torá. Si bien encontramos en muchos casos en la historia que grandes sabios tenían contactos directos con reyes, emperadores y gobernantes, nunca fue en forma de reunir al pueblo, disertar frente a ellos, etc., sino en forma de consejeros, ministros, ayudantes, personales, sin exposición pública.

Y la razón de ésto es muy sencilla: La Torá plantea una forma muy simple de mejorar el mundo en forma global, inmediata: haz en bien. ¿Y qué es el bien? El sistema que la Torá plantea, de 613 preceptos para el pueblo judío y 7 preceptos universales para todos los pueblos. Para lograr esto no se necesita tener una posición política, sino que se necesita actuar. Y el actuar ocurre en los momentos más simples de la vida, como en la educación de los hijos, el respeto al cónyuge, la honestidad en los negocios, etc., no necesariamente en la apariciones públicas en los medios masivos de comunicación (que también puede ser útil, cuando se utilizan para informar y educar sobre qué es lo que Di-s quiere de nosotros, y no para emitir opiniones personales sobre los gobernantes locales).

Esto es lo que significa el Mishkán para nosotros, tantos años después de su construcción y su posterior destrucción. Nuestro trabajo es hacer residir (lishkón - de la misma raíz que la palabra Mishkán) a Di-s en el mundo en forma revelada, que se vea y se sienta en forma consciente la realidad de Di-s, como dice el profeta, "Y se llenará la tierra del conocimiento de Di-s, como las aguas cubren el mar".

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