Estos días vivimos en el mundo entero fenómenos climáticos extremos y opuestos: mientras en el hemisferio norte sufren de escalofriantes heladas que paralizan aeropuertos y demás medios de transporte, en el hemisferio sur se viven (al menos en Argentina) jornadas de intenso calor.

Por supuesto, y como mencionamos muchas veces, cada asunto de la vida cotidiana tiene una enseñanza para aplicar en el servicio a Di-s. Para entender la enseñanza, debemos primero detenernos en el concepto del frío y del calor, en el servicio a Di-s.

Di-s estableció un sistema para el funcionamiento del universo, centrado en el ocultamiento y la revelación de Su presencia. En la creación misma, Di-s creó una luz, siendo ésta símbolo de Su presencia, pero inmediatamente la ocultó. El trabajo espiritual del hombre, llamado "servicio a Di-s", consiste en revelar esa luz oculta tras capas y capas de "realidad", es decir, el mundo tal y cual lo conocemos oculta esa presencia de Di-s.

Continuando con la descripción del sistema, Di-s da al hombre la capacidad de elegir entre dar su vida a la "realidad", o sea, al mundo material y los placeres vanos, o dedicar su vida a revelar a Di-s dentro de esa realidad, o sea, mostrar cómo dentro de cada asunto en la vida, Di-s se encuentra involucrado. (Cabe aclarar que esta elección es una acción constante, en cada paso que el hombre da, debe volver a elegir entre "el bien" y "el mal").

Ahora bien: el frío representa la indiferencia, mientras que el calor la pasión. Estas cualidades pueden utilizarse de dos maneras: la indiferencia a la realidad, es decir, al mundo material y los placeres vanos, o la indiferencia a la luz divina oculta en la creación. Y lo mismo ocurre con la pasión, una persona puede tener pasión por Di-s o pasión por el fútbol...

Si bien el frío y el calor son ambos importantes, en sus expresiones extremas pueden ser dañinos. Lo mismo ocurre con sus contrapartes espirituales, la indiferencia y la pasión. Una persona no puede ser totalmente indiferente al mundo a su alrededor y apasionarse solamente por la Torá; ni ser totalmente indiferente a lo espiritual y apasionarse solamente por los placeres vanos del mundo.

Nuestros sabios siempre predicaron que el balance de las fuerzas es el mejor camino para llegar a la completitud personal y así llevar al mundo a cumplir su razón de ser. Ni mucho frío ni mucho calor, pero, obviamente, siempre eligiendo el buen camino, el camino de la Torá, como dijo el hombre más sabio de la tierra (Proverbios 3:18): "Sus caminos (los de la Torá) son caminos placenteros, y todos sus senderos son pacíficos"

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