La sección de esta semana se llama Vaikrá, "y llamó", y es la que da comienzo al tercer libro de la Torá, conocido también como Torat Cohaním, porque contiene, en su mayoría, las leyes concernientes a los sacerdotes que trabajaban en el Templo.

Nuestros sabios se detienen en las primeras palabras de la parashá "Y llamó a Moshe, Habló Di-s con él desde la tienda de encuentro diciendo". Hay varias diferencias entre esta comunicación divina y otras anteriores y posteriores: 1) No encontramos que Di-s llame a alguien antes de hablar con él, 2) Debería haber dicho "Y llamó Di-s a Moshe", mencionando el nombre de quien llama, en lugar de "Y llamó a Moshe".

Al respecto de la primera diferencia, Rashi comenta que el término Vaikrá indica un cierto aprecio de Di-s hacia Moshe y que, en realidad, cada vez que Di-s se comunicaba con Moshe u otro profeta, primero lo llamaba (como encontramos con Avraham (Bereshit 22:11) y con Shmuel (Shmuel 1, 3:4)).

Al respecto de la segunda diferencia, hay dos posibilidades: a) la comunicación proviene de un nivel de espiritualidad tan bajo, que ni siquiera tiene asociado un nombre de Di-s, b) al contrario, proviene de un nivel tan elevado que no alcanza ningún nombre divino para simbolizarlo, la esencia misma de Di-s.

Ahora bien: ¿cómo puede haber dos explicaciones opuestas de un mismo asunto, más aún, de la misma "falta" de una o varias palabras? La verdad es, desde un nivel de análisis superficial, la pregunta es una buena pregunta. Sin embargo, en un nivel superior, la pregunta es de simple respuesta.

Los maestros de la mística judía explican esto con una regla: "El comienzo está ligado al final, y el final al comienzo" (Sefer Ietzirá 1:6). O sea, la esencia misma de Di-s, que no se puede indicar ni simbolizar con ningún nombre, se expresa en los niveles más bajos de la creación.

En otras palabras y con mayor explicación: el objetivo de la creación es que haya un pueblo judío en este mundo material, tal y cual lo conocemos, que observe Torá y Mitzvot. Es como un arquitecto que diseña un edificio, primero piensa en el edificio terminado en general, para luego pensar en la enorme cantidad de detalles involucrados en la construcción de un edificio y ejecutar, paso a paso, su construcción. Recién cuando el edificio está terminado, el arquitecto logró aquello que estaba en su mente desde el primer momento. Lo mismo ocurre con Di-s, por así decir, lo primero que surgió en Su Voluntad es el pueblo judío cumpliendo la Torá en este mundo. El resto de los infinitos niveles intermedios, no son más que la forma de llegar a obtener el objetivo deseado desde un comienzo.

A su vez a la inversa, a través de superar las dificultades de la vida, de imbuir la propia vida y la de los demás al alcance, de Torá, que "tocamos", "alcanzamos" y revelamos la esencia misma de Di-s. Su esencia no es alcanzable, por así decir, en los mundos superiores espirituales.

En nuestra parashá, la esencia misma de Di-s es quien "llama" a Moshe para indicarle las leyes de la ofrendas, que involucraban el degollado y desollado de animales, la limpieza de sus intestinos, etc., lo más elevado, en lo más bajo.

Una de las aplicaciones de esta idea es que la esencia misma de Di-s no se encuentra tan revelada en las acciones llamativas y faraónicas como en los simples actos de bondad, o en un minúsculo acto de sacrificio de la propia voluntad frente a la Voluntad Divina. Este llamado a Moshe que involucra la esencia misma de Di-s es un eterno llamado a cada judío y judía para que busquemos la verdad divina oculta en la creación, cada uno aportando su granito de arena para traer finalmente la revelación de esa esencia, a través de la venida de Mashíaj, rápido en nuestros días.

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