La parashá de esta semana se llama Nasó, cuya traducción es contar. En continuación con la anterior, Di-s le pide a Moshe y Aharon que cuenten las familias de la tribu de Levi (Guershón y Merarí, ya que Kehat fue contado al final de la sección anterior). El pueblo judío se preparaba para afrontar un viaje por el desierto y los leviím junto a los cohaním para realizar las tareas diarias en el Mishkán, ese santuario transportable que habían construido.

Nuestros sabios comentan que, desde una perspectiva más espiritual, el viaje del pueblo judío a lo largo del desierto sirvió para hacer de un lugar desértico, un lugar habitado. En otras palabras, la definición de un desierto es que ahí no viven hombres, mientras que, durante los viajes del pueblo judío, el desierto dejó de ser desierto para pasar a ser un lugar habitado.

Esto tiene una expresión espiritual eterna, en todas las generaciones y todos los lugares: debemos hacer de nuestro medio ambiente, un lugar habitado. La sociedad en que vivimos plantea principios y valores que hacen de la vida, por así decir, algo desértico. Falto de santidad, divinidad, falto de la presencia revelada de Di-s, por eso lo llamamos un desierto, no habitado por "El Hombre" Supremo, o sea Di-s. Todos nos encontramos en este inmenso desierto, y nuestra función en la vida es traer a Di-s a la tierra y revelarlo en ese desierto, de manera que deje de ser un lugar inhabitado y vacío.

Más aún, la misma idea se aplica a nivel familiar y personal: a través de nuestro comportamiento, vamos haciendo nuestro hogar, nuestra familia y a nosotros mismos. Comenzamos la vida como un cuaderno vacío, desértico (Obviamente tenemos un alma que es un pedazo de Di-s, pero está oculta, no es que estemos literalmente vacíos). El trabajo consiste en escribir esas hojas del cuaderno y llenarlo, por así decir, de Di-s, haciendo de nuestro hogar, nuestra familia y nosotros mismos, un lugar habitado por Di-s.

El tiempo avanza y la vida transcurre. Las hojas del cuaderno llenas son sólo aquellas "habitadas por El Hombre", aquellas donde se puede encontrar a Di-s inscripto en ellas, por así decir, mientras que las otras hojas pasaron y quedaron vacías, a pesar de haberlas vivido, estás inhabitadas y desérticas. Debemos reflexionar tanto hacia el pasado, preguntándonos ¿Cuántas hojas vacías hay en nuestro cuaderno? Y también hacia el futuro, ¿Cómo serán la siguientes hojas? ¿Cómo será mañana? Seguramente mejor, en todo sentido.

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