Estamos ya casi llegando a Shminí Atzeret y Simjat Torá. En realidad son una misma fiesta, Simjat Torá no es más que el segundo día de Shminí Atzeret (así como el segundo día de Pesaj, u otra fiesta). De hecho, en Eretz Israel, ambos festejos ocurren en el mismo día.

La esencia de la Shminí Atzeret es la celebración de la relación especial que hay entre el pueblo judío y Di-s. La palabra shminí en hebreo significa octavo, o sea, aquello que trasciende lo cíclico y natural (simbolizado por el siete, por los siete días de la semana que se repiten cíclicamente). De la misma manera, la relación entre Di-s y el pueblo judío no es una que esté supeditada a la razón (por ejemplo, que el pueblo judío es meritorio o inteligente o numeroso, etc.) ni a lo natural, sino que trasciende (como el ocho, que trasciende al siete) lo racional y lógico. Ese nivel se revela en Shminí Atzeret y la forma de incorporar esa revelación es a través de bailes con la Torá. La Torá es el canal, por así decir, para unirse a Di-s, el “espacio” (metafóricamente hablando) donde se expresa la esencia misma de Di-s en este mundo de manera tal que podamos vivenciarla.

Ahora bien, año tras año se suscita la misma discusión: ¿Por qué las mujeres no pueden bailar con la Torá? Rápidamente la pregunta se esparce por todos los ámbitos de la sinagoga, aplicándose a la lectura de la Torá (tener una Aliá), a los tefilín, talit, sentarse al lado del hombre durante el rezo, etc., llegando al punto más álgido cuando alguno o alguna dice “¡Pero la Torá discrimina a la mujer!”

Me resulta imposible sentir el asunto por mi condición de hombre, y hasta considero que me es imposible dar una respuesta (hay montones de artículos disponibles, escritos tanto por hombres como por mujeres, discutiendo esta pregunta), no obstante me gustaría plantear una idea, por supuesto, abierta a discusión y comentarios.

¿Dónde está el judaísmo? La pregunta es, en otras palabras, ¿cuál es la clave de la continuidad judía por tantos miles de años? Por supuesto, en núcleo de la respuesta es nuestro vínculo con Di-s, así como El es eterno, todo aquello unido a El es eterno. Pero: ¿en dónde se revela esta eternidad? ¿Cuál es el ámbito en el cual una persona absorbe este concepto, lo vive, lo expresa y queda grabado en su vida por siempre? Dos opciones: 1) La casa, 2) La sinagoga (que incluye la escuela). Creo que nadie discutiría que es en el hogar donde “se mama” el judaísmo. Es verdad que muchos rituales se practican en la sinagoga, pero, aún así, esos rituales ocupan un espacio ínfimo frente a la influencia de la casa. Por ejemplo, un rezo de Shabat por la noche (Cabalat Shabat) puede llevar una media hora, cuarenta minutos, mientras que la gente pasa varias horas sentado en la mesa de Shabat en la casa charlando y compartiendo el momento.

Ahora bien: está claro, creo, que cada espacio tiene un director general, que se ocupa de que todo lo que tiene que ocurrir en ese espacio ocurra en la práctica. En el caso de la sinagoga, es el hombre, leyendo la Torá, rezando con tefilín y talit, teniendo que usar una kipá para recordarle constantemente la presencia divina (cosa innecesaria para la mujer por su natural sensibilidad a lo espiritual), etc. En el caso de la casa, la directora es la mujer. ¿Acaso alguien duda que es ella la que impone el ánimo de la casa? ¿Alguien duda que es ella la que impone las reglas?

Visto desde esta perspectiva, surge que la que manda, por así decir, en el lugar más importante y significativo de la vida judía, es la mujer... Por supuesto esto es en general y, además, no significa que el hombre no tenga ningún peso en la casa o que la mujer no tenga ninguna importancia en la sinagoga. Simplemente es una forma de entender cuál es el rol principal de cada uno y, más aún, dónde puede (y por eso debe) utilizar al máximo sus capacidades innatas. Cabe destacar que el Rebe dedicaba horas y horas a charlas exclusivas para mujeres en la sinagoga (de hecho se retiraban todos los hombres y el espacio se llenaba de cientos de mujeres) y hablaba incesantemente sobre la importancia de la mujer en el judaísmo.

Con esta idea se puede dar una especie de respuesta a la pregunta inicial sobre los bailes, la Torá y el resto de los rituales clásicos del rezo y la sinagoga: ¿Tiene sentido dejar de lado la continuidad misma del pueblo judío entero a cambio de una serie de rituales? Quizás quien responda que sí es porque no quiera asumir su rol fundamental en el plan de la creación... O porque no entienda dónde está realmente el judaísmo...

1 comentario en «¿Dónde está el judaísmo?»

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