¿Cuántos novios tenés?
El otro día estaba conversando / jugando con una chica de 5 años y, pregunta va, respuesta viene me dijo: "¿sabías que tengo dos novios?", y continuó explicando, en medio de una sonrisita muy tierna, "uno en la escuela de la mañana y uno en la de la tarde".
Yo me quedé callado tratando de procesar la información recibida y, después de unos segundos, le expliqué, en los términos de un chico de 5 años, mi punto de vista.

Hay varios puntos destacables del episodio: 1) una nena de 5 años tiene novio. 2) una mujer tiene dos novios. 3) de la conversación surgió que no tenía interés en casarse, simplemente en tener un novio porque si.

No requiere mucha profundización ni análisis para pensar de dónde sacó estas ideas, o de la televisión, de la escuela, los maestros, los padres, otros chicos, etc. La pregunta es: ¿es sano para una nena de cinco años ocupar su mente con estos asuntos?

Mi humilde opinión es que no. Más aún, surge de la Torá todo lo opuesto. Estas ideas son ideas cotidianas de la sociedad actual, y no son "nuestras". ¿Cómo vemos esto en la Torá?

El día en que iba a nacer Moshe, el Faraón mandó a ahogar a todos los niños judíos en el Nilo y a dejar vivas las niñas, en la esperanza de que Moshe sea muerto en el Nilo y no redima al su pueblo. Todos conocemos la historia del bebe en la canastita, Miriam (hermana de Moshe) mirando, la hija del Faraón tomando al bebe, etc.

Sin embargo, es apropiado detenerse un poco en el decreto mismo del Faraón. El dice (Shmot 1:22): "Todo hijo que nace échenlo al río y toda hija hagan vivir". No está escrito que a todas las niñas hay que dejarlas con vida, sino que hay que "hacerlas vivir" (tejaiún en hebreo). Aquí podemos ver con mayor profundidad la intención del Faraón: los niños judíos debían tener una muerte física, mientras que las niñas judías debían sufrir una muerte espiritual.

Es decir, a las niñas había que "hacerlas vivir" - educarlas - con la vitalidad, energía e idiosincrasias de la sociedad egipcia.

Hoy en día también existe la visión del mundo del Faraón. La única cuestión es tratar de darse cuenta si nosotros mismos, como padres, educadores, dirigentes comunitarios, familiares, etc. estamos personificando al Faraón o a Moshe.

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