En el capítulo 46 el Alter Rebe explicó una forma de alcanzar el amor a Hashem en forma de reflejo, así como el agua refleja un rostro, el corazón de una persona refleja el de otra, y si pensamos en el amor que Hashem tiene por nosotros, entonces podremos reflejar ese amor en nuestro propio corazón.

Ahora el Alter Rebe dará más detalles sobre este amor que Hashem tiene por nosotros, de manera que despertemos en nuestro corazón un amor muy fuerte por Él.

Nuestros sabios llaman a la energía con la que Hashem crea el universo con el nombre “La Luz infinita” (or ein sof). La llamaron así porque ese nombre indica lo que esa energía es: una fuerza infinita.

Este mundo donde vivimos es limitado, finito. Inclusive los mundos espirituales son limitados, los ángeles que viven ahí tampoco pueden entender “La Luz infinita” de Hashem.

Para entender la diferencia entre infinito y finito, imaginemos lo siguiente: si tuviésemos un cajón con infinitas manzanas y a ese cajón le restásemos una manzana: ¿cuántas manzanas nos quedarían en el cajón? Infinitas. Porque infinito es otra categoría de número. No es como los números a los que estamos acostumbrados (los números naturales) que son comparables unos con otros. Por ejemplo, si al número 100.000 le restamos uno, nos queda 99.999. A pesar de que 1 en comparación a 100.000 es un número muy pequeño, sin embargo tiene una relación y comparación con 100.000, al punto tal que el 1 es capaz de modificar al 100.000 y transformarlo en 99.999.

Pero con el número infinito es diferente. No hay nada que se le pueda restar ni hay forma de modificarlo. El número 1 y el número 100.000, comparados con el infinito, son iguales, ambos insignificantes. Ambos pequeños. Eso es lo que significa que el infinito es otra categoría de número.

Ahora llevemos esta idea a Hashem. Encontraremos un problema: si la energía con la que Hashem crea el universo es infinita: ¿Cómo hace Hashem para crear un mundo finito y limitado con una energía infinita?

Para lograr eso, Hashem usa una herramienta que se llama contracción (tzimtzúm). La contracción logra ocultar la energía infinita de Hashem para que no ilumine en este mundo con toda su fuerza y dé lugar a este mundo y todo lo que lo llena para existir. A su vez, la contracción permite que se revele solamente un minúsculo reflejo de esa energía infinita que, por ser tan minúsculo, resulta insignificante frente a “La Luz infinita” (ver el capítulo 40 sobre la idea de un reflejo).

La energía que Hashem usa para dar vida a los mundos espirituales y a este mundo material es tan pequeña como comparar el número 1 con el infinito. Por eso los mundos la pueden soportar. Si Hashem no hubiese ocultado con contracciones Su “Luz infinita”, el universo no hubiese podido aguantar esa energía y desaparecería. Es como mirar directamente al sol, es tan poderoso que no podemos aguantarlo. Y eso que el sol es insignificante frente a “La Luz infinita” de Hashem. (ver hacia el final del capítulo 21 sobre este tema).

Con esta idea el Alter Rebe explica los dos tipos de energía con los cuales Hashem crea y mantiene a todo el universo.

1) La primera es la energía limitada y pequeña que se inviste dentro del universo, lo mantiene y le da vida. Esa energía se llama “Llena todos los mundos” (memalé col almin).

2) La segunda es la energía infinita que no se revela en el universo, porque éste no podría soportarla. Esa energía se llama “Rodea todos los mundos” (sovev col almin).

¿Qué quiere decir que hay una energía que llena y una que rodea a los mundos? La energía de Hashem que está revelada en los mundos mediante la cual los mundos viven y se mantienen, decimos que llena los mundos, como el alma que llena el cuerpo y le da vida.

Pero la energía de Hashem que está oculta en los mundos, porque es infinita y tan poderosa que anularía todo si se revelase, decimos que rodea los mundos.

Un ejemplo para entender estos dos tipos de energía es la imaginación. Pensemos sobre una casa que hayamos visto por afuera y que también conozcamos por dentro. Podemos decir que esa casa y todo lo que está dentro de ella está “dentro de nuestra cabeza” y nuestra cabeza “rodea” esa casa (es lo que vemos desde afuera) y, a su vez, nuestra cabeza “llena” esa casa (conociendo todo lo que está dentro de ella), a pesar de que, en realidad, esa casa física seguramente no está dentro de nuestra cabeza. Es sólo un producto de nuestra imaginación.

La energía de Hashem que rodea los mundos es la manera como nuestra imaginación percibe la casa desde afuera de ella, y la energía de Hashem que llena los mundos es similar a como nuestra imaginación llena esa casa, o sea, lo que vemos por dentro de ella.

Pero los pensamientos de Hashem son muy diferentes a los nuestros, y Su pensamiento y Su conocimiento de todas las cosas que existen “rodea” y “llena” a todas las cosas realmente (no sólo en la imaginación). Ese conocimiento de Hashem es tan poderoso e infinito que si no fuese limitado por las contracciones (tzimtzumím) no llegaría a crear el mundo físico y limitado como lo conocemos. Entonces Hashem oculta esa capacidad infinita a través de las contracciones y deja que se revele sólo una reflexión limitada y minúscula de esa energía para dar vida a todas las cosas que conocemos en el mundo.

Podemos concluir, entonces, que la energía infinita de Hashem “rodea” a todas las cosas y Su energía finita “llena” todas las cosas.

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