En este capítulo el Alter Rebe continúa explicando el concepto del temor a Hashem. Y para eso, utiliza una idea un poco extraña de nuestros sabios1. Cuando Moshe prepara al pueblo judío para entrar en la Tierra de Israel les dice2: “Y ahora, Israel, ¿Qué pide Hashem de ustedes? ¡Solamente que Le teman!”. Nuestros sabios se preguntan: ¿Acaso es tan fácil tener temor a Hashem? Vemos en la realidad que no es tan sencillo… ¿Por qué Moshe dice que es lo único que Hashem pide, como si fuera poca cosa? Y responden: “Sí, para Moshe (que es quien dijo ese versículo), el temor a Hashem es algo fácil”. Pero hay un problema con esa respuesta: ¿De qué sirve decir que para Moshe es fácil temer a Hashem, si ninguno de nosotros es Moshe? Para nosotros es difícil temer a Hashem

Para explicar esta respuesta de nuestros sabios, el Alter Rebe dice que, en realidad, cada judío tiene una chispa del alma de Moshe dentro de él, y que a través de esa chispa, cada uno puede sentir temor a Hashem.

Más aún, en cada generación, bajan desde el Paraíso chispas del alma de Moshe que se invisten en los sabios y líderes espirituales de esa generación. A su vez, ellos les enseñan a todos los judíos a conocer a Hashem, porque de acuerdo al conocimiento de Hashem que tengamos, así será el nivel de nuestro servicio a Él: cuanto más Lo conozcamos a Hashem, mejor vamos a servirLo.

Pero la cuestión no es simplemente conocer a Hashem, sino fijar el pensamiento en forma constante, con mucha fuerza y energía en Él. Porque no es lo mismo tener idea de que algo existe, que estar todo el día pensando en eso. Así como cuando vemos algo, esa cosa queda grabada en nuestra cabeza y no dejamos de pensar en eso que vemos, de la misma manera debemos pensar en Hashem, como si Lo estuviésemos viendo constantemente. (Esto es lo que se llama Comprensión (daat), que el Alter Rebe explicó al final del capítulo 3).

Esta capacidad de conocer a Hashem y de fijar el pensamiento en Él, es lo que Moshe, que se llama un fiel pastor, da a todo judío (a través de los sabios de cada generación). Porque así como un pastor se ocupa de que sus ovejas tengan alimento, de la misma manera Moshe se ocupa de que cada judío tenga comprensión y conocimiento de Hashem, que es lo que le permite temer a Hashem, porque es como si Lo estuviese viendo.

Pero ese temor no se expresa en forma automática simplemente por tener una parte del alma de Moshe en nuestro interior, sino que hay que trabajar para revelarlo. Y el trabajo, explica el Alter Rebe, consiste en dos partes.

1) Un trabajo con el cuerpo, para prepararlo a fin de que pueda sentir a Hashem, como explicó en el capítulo 29.

2) Un trabajo con el alma, para acostumbrarla a pensar en Hashem y en las ideas que llevan a temer a Hashem. Porque cada uno es diferente, y puede ser que una persona piense en una idea por poco tiempo y tema a Hashem, mientras que otra tenga que pensar en varias ideas y mucho tiempo hasta que logra sentir lo mismo. Eso depende de cada uno. Pero la clave consiste en esforzarnos sinceramente en pensar en Hashem el tiempo que necesitemos.

Cuando lo hagamos, con seguridad sentiremos temor a Hashem, porque está al alcance de todos (Aquí el Alter Rebe se refiere al nivel de “Temor inferior”, mencionado en el capítulo 41).

Para entender este esfuerzo de revelar el temor a Hashem un poco mejor, el Alter Rebe da el ejemplo de quien cava en la profundidad de la tierra para buscar un tesoro escondido: se necesita de mucho esfuerzo para sacarlo a la superficie. Por supuesto, mientras el tesoro está bajo tierra, no tiene ninguna utilidad, sólo sirve cuando se lo saca de ahí. De la misma manera, cada alma tiene temor a Hashem por naturaleza, de nacimiento, el Alter Rebe lo llama un “Tesoro de temor al cielo”, pero para que pueda realmente afectarnos y modificar nuestro pensamiento, palabra y acción, es necesario revelarlo. Y eso involucra trabajo, y mucho.

El Alter Rebe continúa explicando que Hashem observa todo lo que hacemos, decimos y pensamos. A pesar de que Él no tiene ojos para vernos ni oídos para escucharnos, etc., sin embargo, como Hashem crea todo, Él conoce todas las partes de Su creación. Así como cada uno sabe todo lo que pasa con su cuerpo, de la misma forma Hashem sabe todo lo que ocurre en todo el universo.

Pero esta idea de comparar el alma del hombre (que sabe lo que pasa en su cuerpo) con Hashem (que sabe todo lo que pasa en el mundo), no es más que un ejemplo que sirve para ser conscientes de que Hashem ve todo y sabe todo. Él es mucho más elevado que el alma. Sea como fuere, todo judío tiene fe absoluta en que Hashem ve y sabe todo.

El Alter Rebe resume, entonces, las ideas: cuando pensemos por un tiempo largo, todos los días, en que Hashem ve todas nuestras acciones, escucha todas nuestras palabras y conoce todos nuestros pensamientos, en todo momento y en todo lugar, podremos fijar el temor a Hashem en nuestro corazón, y eso nos ayudará a cumplir con todas las Mitzvot. Porque cuando tengamos un desafío de si cumplir una Mitzvá o no, alcanzará con pensar un poco sobre Hashem, y rápidamente sentiremos temor a Él.

Es como cuando hacemos muchos ejercicios de matemática: cuanto más tiempo practiquemos, tanto más rápido podremos resolver nuevos problemas. Lo mismo pasa con el temor a Hashem: cuanto más nos acostumbremos a pensar en Él, tanto más rápido sentiremos Su presencia y el temor a Él.

Este es el temor a Hashem que para Moshe, o sea, para la chispa del alma de Moshe dentro de cada uno, es muy fácil de tener. Lo importante es que meditemos en la presencia de Hashem en forma constante, por mucho tiempo y todos los días.

Después de esta explicación, puede surgir una pregunta: es verdad que hay que pensar en Hashem, en que Él llena toda la tierra, y ve, escucha y sabe todo, pero, al fin y al cabo, no Lo vemos a Hashem con nuestros ojos de carne y hueso. Y puede pasar que, a pesar de que pensemos en Él mucho, no sintamos temor de Él, porque simplemente no Lo vemos.

Para responder esta pregunta, el Alter Rebe da un ejemplo: así como cuando estamos frente a un rey de carne y hueso, el temor que tenemos de él no es de su cuerpo, sino de su fuerza vital, porque cuando el rey está durmiendo y no se ve su fuerza vital, no le tememos, de la misma manera, cuando vemos el mundo a nuestro alrededor, debemos saber que lo importante es la fuerza vital que está dentro de él, que es Hashem.

Y a pesar de que Hashem está muy oculto dentro del mundo, de la misma forma, la fuerza vital del rey está oculta dentro de su cuerpo: ¿qué diferencia hay si el rey tiene una o muchas vestimentas? ¡Igual le temeremos! Porque lo importante es la fuerza vital del rey, no sus vestimentas. Lo mismo pasa con Hashem y el mundo: ¡Hashem está vestido con muchas vestimentas! Pero no deja de estar ahí, y ve, escucha y sabe todo.

Cuando nos acostumbremos a pensar en estas ideas y a fijarlas en la mente, tendremos temor a Hashem.

Y si aun así no funciona, el Alter Rebe menciona otra idea que nos puede ayudar: el concepto de la aceptación del Yugo del cielo (kabalat ol). El yugo es una pieza de madera que les ponían a las vacas para que caminasen en la dirección que el hombre quería, ayudándole a arar un campo. Así como la vaca tiene el yugo, nosotros tenemos el “yugo de Hashem”. Esto significa que debemos saber que Hashem es el Rey, Él es el que manda, y dejó de lado los cielos y todos los ángeles que Le sirven fielmente para ser Rey nuestro, nuestro Rey personal. Por eso, debemos aceptar lo que Él dice, y cumplir con Sus Mitzvot.

1Talmud Brajot 33b

2Devarím 10:12

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