El Alter Rebe comienza diciendo que el objetivo de esta parte del Tania es entender que hay dos formas de percibir la unicidad de Hashem1: la “Unicidad Superior” (ijuda ilaá) y la “Unicidad Inferior” (ijuda tataá). Toda esta parte del Tania gira en torno a explicar estos dos conceptos.

Y para comenzar la explicación el Alter Rebe cita un versículo2: “Y sabrás hoy, y pondrás en tu corazón que Hashem es el Señor, en los cielos por arriba y en la tierra por debajo, no hay otro”. ¿Acaso a alguien se le ocurriría que hay un dios por encima de los cielos y otro por debajo de la tierra? ¡Es una tontería! Entonces, ¿qué nos está advirtiendo el versículo? (La respuesta la entenderemos recién en el capítulo 6).

La clave de la respuesta es entender que las palabras mismas con las que Hashem creó el universo en los Seis días de la Creación3, esas mismas palabras continúan creando y dando vida al universo entero, en cada instante. O sea, a diferencia de lo que piensan otros pueblos, nosotros sabemos que la creación de Hashem es un proceso constante: si Hashem dejase de crear el universo por un instante, todo volvería a ser nada absoluta, como antes de la creación. Es como si dijésemos que Hashem está constantemente “pronunciando” las palabras de la creación.

Nuestros sabios de la mística explican que hay muchos mundos espirituales que Hashem crea. No mundos como la Tierra y Marte. La palabra mundo representa un nivel. Pensemos en un mapa. Un mapa es una representación gráfica de un determinado territorio. El mapa de un país o de una provincia muestra cómo es ese país o provincia. Los ríos, las montañas, las diferentes regiones, etc. A través de la observación del mapa, podemos tener una idea de cómo es ese lugar.

Lo mismo pasa con muchas de las ideas de la parte más profunda de la Torá (cabalá), son como un mapa de cómo Hashem crea el universo. Así como en un mapa uno identifica ríos que cruzan una tierra y ciudades de un país, así también en esa parte de la Torá, uno identifica niveles de la creación. A esos niveles se los llama mundos, esferas celestiales y muchos nombres más que representan algo que no podemos ver ni tocar. Son cosas muy profundas y complejas y nuestros sabios pusieron nombres a cada una de esas cosas y nos enseñaron qué significan.

Los mundos de los cuales nos hablan nuestros sabios son cuatro en general: Emanación (atzilut), Creación (briá), Formación (ietzirá) y Acción (asiá). En ese orden, el mundo de Emanación es el más elevado, después el de Creación y así sucesivamente.

Otro concepto clásico de la mística judía es el de “Esferas celestiales” o “Cualidades” (sefirot). Cada “Cualidad” es una expresión de Hashem. Los sabios de la mística hablan de diez “Cualidades”: Sabiduría (jojmá), Entendimiento (biná), Comprensión (daat), Bondad (jesed), Severidad (guevurá), Belleza (tiferet), Victoria (netzaj), Resplandor (hod), Fundamento (iesod) y Reinado (maljut).

Todo lugar donde se habla de las “Cualidades” de Hashem sin especificar a qué mundo se refiere, asumimos que se trata del mundo de Emanación. Porque, en realidad, cada una de estas “Cualidades” se encuentra en cada uno de los mundos mencionados. Por supuesto, en cada mundo de manera diferente, pero, hasta cierto punto, igual. Existe la Bondad del mundo de Emanación y la Bondad del mundo de Creación y así sucesivamente con cada “Cualidad” y mundo.

Cada cualidad, a su vez, está compuesta, básicamente, de una energía Divina que la llena a la que llamamos “Luz” (or) y un “Recipiente” (keli), que expresa de una manera particular esa “Luz”. Las “Cualidades” expresan la “Luz” que las llena de una manera determinada. La “Cualidad” de Bondad, expresa la bondad de Hashem, la “Cualidad” de Severidad, expresa la severidad de Hashem, y así sucesivamente, como se explicará en el capítulo 4).

Volviendo al tema, en el interior de cada criatura, desde los mundos espirituales hasta esta tierra física y material, está la energía de las palabras de Hashem creándola y dándole vida instante a instante, y es el alma de esa criatura. Surge entonces, que ¡hasta las piedras tienen alma!

Pero, si leemos el relato de la creación en la Torá, no encontramos la palabra “piedra”, entonces, ¿cómo podemos decir que las palabras de Hashem en la creación “crean y dan vida” a una piedra? ¿De dónde salió la piedra? Deberían existir solamente las cosas mencionadas en el relato de la creación…

El Alter Rebe explica que las letras de las palabras de ese relato se combinan e intercambian hasta formar la palabra “piedra” para crear y dar vida a todas las piedras del universo. Y lo mismo ocurre con todas las criaturas, desde las más elevadas hasta las más bajas, las mencionadas en el relato, y las que no aparecen ahí también.

¿De qué se tratan las combinaciones e intercambios? El lenguaje hebreo, es un lenguaje santo con el que Hashem crea el universo, y permite sumar entre las letras (si, sumar letras, porque cada letra se corresponde con un número) y cambiar unas por otras, con ciertas reglas, por supuesto, para formar diferentes palabras. (El Alter Rebe explicará este concepto en los capítulos 7 y 12).

La Torá cuenta4 que el Primer Hombre, Adam, puso nombres a cada una de las criaturas de la creación. Podríamos pensar que Adam eligió nombres arbitrarios, o sea, la palabra que se le ocurría en el momento la utilizaba para llamar al objeto que tenía delante de él. Pero esta idea es incorrecta: nuestros sabios dicen5 que Adam era capaz de ver en cada criatura el nombre que le correspondía, o sea, Adam veía las letras que crean y dan vida a cada cosa, de manera que el nombre que le ponía, era, en realidad, la combinación de letras con la que Hashem crea esa criatura.

Con esta idea podremos entender que el nombre en hebreo Bíblico de cada criatura es su energía vital, y esa energía surge de las letras del relato de la creación.

Las combinaciones e intercambios hacen que las letras bajen de nivel. Esto significa que cada combinación e intercambio hace que se generen nuevas letras, diferentes a las originales del relato de la creación, de manera que esas nuevas letras contengan menos energía vital (el hecho mismo de no ser las letras originales hace que su energía sea menor), para ser capaces de vitalizar a cosas de nivel inferior a las criaturas que reciben su fuerza vital de las letras originales, sin ninguna combinación ni intercambio.

Por ejemplo, uno de los sistemas de intercambio es conocido como “at-bash”, donde la primera letra del abecedario hebreo se cambia por la última, y la segunda letra por la anteúltima y así sucesivamente. Donde había una letra Alef (א), ahora hay una Taf (ת), donde había una Bet (ב), ahora hay una Shin (ש).

Estos cambios son necesarios porque las palabras de Hashem son tan poderosas, que, para crear cosas más bajas, como este mundo material, es necesario reducir su energía.

¿Cuál es el poder de las palabras de Hashem? Su poder es que son las palabras del relato de la creación en la Torá, y nuestros sabios explican que Hashem se unifica con la Torá6, surge entonces, que esas palabras tienen en su interior el poder de crear algo de la nada porque Hashem mismo está unido a ellas.

La reducción del poder de las palabras de Hashem la logran las combinaciones, intercambios y sumas de letras, al punto tal que la energía de las letras originales del relato de la creación en la Torá se disminuye y, así, las nuevas letras, producidas por esas combinaciones, intercambios y sumas, son capaces de crear y dar vida a todo el universo y lo que lo llena.

(Hacia el final del capítulo 7 el Alter Rebe explica en forma más amplia el increíble poder de las letras del relato de la creación).

Resumen: dos tipos de “Unicidad” de Hashem: superior e inferior. Pregunta sobre el versículo: ¿hay un dios arriba en los cielos y otro abajo en la tierra?. Las palabras de Hashem siempre están presentes en la creación creándola y dándole vida. Combinación e intercambio de letras para formar diferentes criaturas. El poder de las frases de la Torá se va reduciendo gradualmente.

1Zohar I, 18b

2Devarím 4:39

3En el primer capítulo del libro de Bereshit, la Torá relata cómo fue el proceso de creación del universo entero. Hashem, creó todo en seis días, cada día una serie de criaturas diferentes, terminando el séptimo día, con un día de descanso, Shabat.

4Bereshit 2:19

5Midrash Bamidbar Raba 19:3

6El Alter Rebe menciona este concepto en los capítulos 4 y 23 de la primera parte del Tania. Allí el Alter Rebe dice que cuando pensamos en Torá y decimos palabras de Torá, estamos uniéndonos a Hashem en una forma muy profunda, ya que lo que estamos pensando o diciendo es directamente la Voluntad de Hashem de que hagamos tal o cual cosa o que no hagamos tal o cual otra cosa. Es como decir que Hashem está en nuestro interior en forma clara y revelada, porque estamos pensando y hablando sobre Él.

A su vez, la Torá es la Sabiduría de Hashem, y Él está unido a Su Sabiduría y a Su Voluntad, como explicaremos en el capítulo 7. Entonces, Hashem se unifica a la Torá.

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