Estamos en el comienzo de un período muy especial en el año: los nueve días. Se trata de los días que van desde el comienzo del mes de Menajem Av y el 9 de Menajem Av, que marca, por así decir, el día más triste del año, cuando ayunamos por las grandes tragedias que ocurrieron al pueblo judío a lo largo de la historia.

En general, la visión judaica de la historia es que debe servir como una guía para el camino del futuro. Esto se ve plasmado en las palabras de nuestros sabios: "las acciones de nuestros patriarcas son señales para los hijos". Estas palabras se refieren específicamente a las historias que la Torá registra sobre Avraham, Itzjak y Iaacov, nuestros patriarcas, y que vemos repetidas en las historias que le ocurrieron a las generaciones posteriores. De ahí que aprendemos de ellos cómo lidiar con las dificultades que van a apareciendo a lo largo de la historia.

En similar espíritu encontramos en las costumbres relacionadas a estos días y con más fuerza en el ayuno del 9 de Av (Tishá beAv, 29 de julio este año): el estudio de lo ocurrido, la preparación durante estos días y el ayuno propiamente dicho sirven para hacer una introspección y un análisis en forma inversa: aquellos eventos que llevaron a las tragedias del 9 de Av nos enseñan cuál es el trabajo que debemos hacer para revertirlos. En otras palabras: las causas que llevaron al exilio de mas de dos mil años determinan, en cierta forma, el método para salir del exilio.

Nuestros sabios explican que el Primer Templo fue destruido porque el pueblo judío no mostraba respeto por la Torá. El Segundo Templo por el odio infundado entre las personas. En una forma más general y amplia, los Hombres de la Gran Asamblea, que determinaron y fijaron (entro otros asuntos) la liturgia del rezo, establecieron que digamos en la plegaria de Musáf, que reemplaza los sacrificios adicionales de cada fiesta: "Por nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra".

Al respecto de la última idea, el concepto de pecado puede entenderse como una falta de observancia de una Mitzvá, ya sea positiva (no haberla hecho cuando correspondía) o prohibitiva (haber hecho aquello que no se debía) o como una negligencia en el nivel de observancia en que la persona podría estar. En este último sentido, pecado significa que se esperaba más de la persona, a pesar de no haber hecho nada que esté mal.

Al respecto de la causa de destrucción de los Templos, está claro que la forma de contrarrestar esos eventos es con una adición en el estudio de Torá en general y en particular de la parte profunda de la Torá, la filosofía jasídica, que lleva, entre otras cosas, a apreciar la santidad de la Torá y la grandeza de su Dador y, además, con una adición en el amor al prójimo.

Al respecto de la liturgia de nuestros sabios, lo principal es comenzar a mejorar, cada paso que la persona da es un avance, es una forma de transformar el "fuimos exiliados de nuestra tierra" por "será para Di-s la salvación".

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